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Aula sin muros

¿Por qué los ingleses no duermen la siesta?

Un reciente estudio publicado en Inglaterra no deja bien parada la inveterada costumbre de dormir la siesta en las países de habla y raigambre hispana. En dicho informe se habla de que puede perjudicar el debido sueño nocturno y los perjuicios que supone para le organismo romper los ritmos circadianos que se corresponden con las horas de vigilia y descanso ya que la noche se hizo para detener todo tipo de actividad y, en la mayoría de la población del reino animal, para descansar. Será porque los sesudos científicos, acostumbrados a vivir entre las brumas y soroche de la isla de Albión, como la gente de la Gran Bretaña y países nórdicos donde el mercurio está bajo mínimos la mayor parte del año, almuerzan una lasca de jamón cocido y una fruta y termina su jornada laboral cuando ya casi es de noche mientras que en nuestra latitud atlántica y países mediterráneos todavía es media tarde.

Tampoco saben lo que es trabajar, no digo ya de sol a sol, sino en cualquier otra actividad que requiera un mínimo esfuerzo físico o psíquico, en un pueblo mesetario de la Castilla profunda, una aldea perdida de un páramo de Méjico, el calor pegajoso del Caribe o, sin ir más lejos, cualquier lugar, al solajero veraniego de un pueblo del interior o la costa de las Canarias. El clima y los hábitos relacionados, desde siglos, con la distribución diaria de las comidas el descanso y la jornada laboral han creado la necesidad psico-biológica de hacer la siesta. La mayoría de médicos y científicos están de acuerdo con lo saludable que resulta para el cuerpo y el ánimo parar y cesar la actividad al peso del mediodía. Es más, hay avanzadas empresas que han acondicionado salas de relax para que sus empleados se tomen un respiro a lo largo de las siete u ocho horas de la jornada laboral. Han podido comprobar resultados positivos en la curva de rendimiento y por ende en la cuenta final de resultados. No hace falta ninguna investigación en laboratorios del sueño para hallar consenso sobre los beneficios que, para el organismo, reporta la siesta. Habla la sociología de la calle. De ser "hombres nuevos" hablan los que se levantan después de planchar la oreja un rato; hay quien corre las cortinas, se pone el pijama y se arma de bacinilla dispuesto a tener sueños de medianoche; la televisión también les sirve a muchos como dormidera después de un copioso almuerzo y son legión los que hablan de que, para recuperarse, solo necesitan "quedarse traspuestos". Perder por un momento la conciencia de estar despierto. Lo que, antaño, maestros y profesores de colegios religiosos describían como la siesta de la llave. La práctica consistía en tumbarse en una hamaca o sillón y agarrar con una mano una de aquellas pesadas llaves de hierro. Cuando, por efecto de la momentánea pérdida de conciencia y reflejos, la llave caía al suelo se daba por terminado el breve reposo de la sobremesa. A propósito del buen descanso y el sueño, recién terminado el mes de marzo la ONU ha establecido el día mundial del sueño coincidiendo con el comienzo de la primavera en la parte del Globo situada más arriba del ecuador. Con ello la organización trata de informar y concienciar a la población de la importancia de tener un sueño reparador. En una doble acepción: como recargo de energía física y psíquica para el desarrollo de la vida diaria y, también, como prevención, en reservas en el organismo y cerebro para no quedar exhaustos ante la actividad, más o menos pesada, de la vida laboral. En esa línea se multiplican los consejos que, en la mayoría de los casos, deben ajustarse a la idiosincrasia, en antecedentes y hábitos de vida, de cada uno. En general, para dormir bien, se aconseja: hacer ejercicio moderado, no atiborrarse en copiosas cenas (ya se sabe: cenar como un mendigo), no consumir cafeína, aunque son multitud en las islas los que cenan un bocadillo y un café con leche y no dejan de dormir como un bendito, evitar los ruidos o utilizar un buen colchón; si bien esto último depende de la moda o el interés de las multinacionales por divulgar descubrimientos científicos que aconsejen una nueva marca de cabezal y plumón. Lo mejor seguir los consejos de la abuela: un vaso de leche con algo de azúcar (la medicina y la farmacopea moderna han descubierto los efectos beneficiosos del componente valina) y sobre todo lo que todos aceptan como el mejor consejo en estos tiempos convulsos de crisis y denuncias por deshonestidades y corruptelas: acostarse en la cama por las noches con la placentera sensación de tener la conciencia tranquila.

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