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El callejón del gato

Vidas paralelas

Vidas paralelas, de Plutarco, constituye uno de los libros que más han influido sobre la cultura occidental. Ha sido lectura favorita de varios políticos y de hombres de letras como Montaigne y Shakespeare. La frase "varón de Plutarco" se ha hecho proverbial para designar a un hombre de virtudes superiores.

Pues bien, en nuestro panorama político reciente existe un paralelismo entre la trayectoria política de el inefable Julio Anguita y Rosa Díez. Algunos habrán fruncido el entrecejo a la vez que se preguntan ¿pero qué tienen de parecido personajes tan dispares?

El califa rojo, como es conocido el celebérrimo dirigente de Izquierda Unida, si hay algo por lo que se ha caracterizado no es otro que su discurso claro y directo poniendo los puntos sobre las íes en las injusticias y desigualdades de nuestra sociedad; sin embargo, gozando del reconocimiento de toda la ciudadanía, cosechó fracaso tras fracaso en las diferentes convocatorias electorales a las que tuvo ocasión de concurrir.

A Rosa Díez que la precede un pasado de izquierdas, de igual forma y manera se ha caracterizado por ser vergajo de la derecha representada por Mariano Rajoy con un discurso bien estructurado, a veces ácido, pero siempre claro y directo contra toda situación que ella y su partido a rastras han asumido.

De igual forma tanto al primero como a la segunda las urnas les han negado convocatoria tras convocatoria el respaldo suficiente para ser algo más que el azote parlamentario de todos aquellos que se salen de la fila utópica de la política.

Ahora, tras las elecciones andaluzas el partido de Rosa Díez está a punto de desaparecer al alimón con Izquierda Unida, en las dos formaciones se alzan voces críticas que encarnan vientos de cambio.

Aún recuerdo la visita que la Sra. Díez hizo al Gabinete Literario, donde tuve ocasión de presentar una conferencia que debo reconocer brillante además de un éxito de público como pocos.

Estos personajes, al igual que los de Plutarco, han seguido destinos paralelos condenados a estos al ostracismo político que no al reconocimiento de su denostado esfuerzo.

La buena fortuna de muchos políticos actuales no depende de los mítines: para alcanzarla, antes que mantenerse bien sentado hay que correr tras ella.

A veces la política tiene el don de hacer iguales a los que no lo son.

"Quien se queda mirando mucho tiempo a los sueños termina pareciéndose a una sombra". André Malraux.

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