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Opinión

Las palomas endémicas de Canarias

Las primeras referencias históricas en las que se citan estas aves tan singulares se remontan a tiempos de la conquista del archipiélago. Siglos más tarde, diversos ornitólogos ratificarían dichas observaciones, precisando que existen dos especies de palomas exclusivas de las Islas Canarias: la paloma rabiche y la paloma turqué. A pesar de que ambas especies comparten apetencia por hábitats forestales, una dieta compuesta básicamente por frutos silvestres y la puesta de un solo huevo por nidada, también poseen ciertas características ecológicas que las distinguen. Así, mientras que la paloma turqué prefiere zonas de laurisilva o monteverde húmedo donde anida en lo alto de los árboles, la paloma rabiche se decanta por barrancos situados en el límite entre el monteverde y el bosque termófilo, donde los laureles y barbuzanos se intercalan con sabinas y acebuches. No obstante, esta última realiza su puesta a ras de suelo en cornisas y oquedades, por lo que mamíferos introducidos como ratas y hurones pueden depredar más fácilmente sobre sus huevos o pollos.

Paloma turqué y paloma rabiche, ambas exclusivas del archipiélago canario. Los gatos asilvestrados son uno de los factores que amenazan sus poblaciones.

La tala de los bosques, la caza y el efecto de ratas y gatos asilvestrados ha provocado que el número de palomas endémicas y su distribución hayan disminuido drásticamente desde los tiempos de su descubrimiento; hasta hace muy poco sólo se las podía encontrar en Tenerife, La Gomera, La Palma y El Hierro. Por ello, actualmente se encuentran protegidas por la ley, estando recogidas en estado Vulnerable por el Catálogo Español de Especies Amenazadas. La excesiva presión humana que se produjo durante siglos sobre estas aves y su valioso hábitat hizo que desaparecieran de algunas islas, como es el caso de Gran Canaria, en donde con toda seguridad habitaron ambas especies de palomas. Sin embargo, desde el año 2006 el Cabildo de Gran Canaria ha estado trabajando para revertir esta situación, e intentar devolver parte del esplendor que tuvo antaño la Selva de Doramas, una foresta que en 1634 D. Cristóbal de la Cámara, obispo de esta isla, describió como "una de las grandiosas cosas de España: muy cerrada de variedad de árboles que mirarlos a lo alto casi se pierden de vista [?] Hay mucho arrollo, y nacimiento de aguas frescas, y están los árboles tan ocupados que el mayor sol no baja a la tierra."

Adicionalmente, en el año 2013 este ambicioso proyecto recibió un espaldarazo al recibir fondos europeos Life dedicados a reintroducir la paloma rabiche y repoblar el Bco. de la Virgen con medio millón de árboles en un plazo de cuatro años. Y no se va a mal ritmo, aunque todo puede ser mejorable; a día de hoy se han soltado 134 palomas y se han plantado más de 70.000 árboles. Para ello se está contando con la ayuda de diversas personas e instituciones, entre las que cabe destacar a la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas por ceder gran parte de los terrenos a repoblar, el Cabildo de La Palma por su imprescindible colaboración y la Universidad de La Laguna, especialmente a través del doctor Aurelio Martín Hidalgo, alma del proyecto.

Si todo llega a buen puerto tocará volver a recoger el ancla, soltar velas y seguir navegando hacia la recuperación del monteverde de Gran Canaria, aunque esta vez tomando por bandera a la paloma turqué, más exigente con respecto al hábitat que su pariente la paloma rabiche. El viaje concluirá cuando las generaciones venideras puedan caminar bajo la sombra de un nuevo bosque, mientras escuchan el arrullo de las palomas que sus antepasados desahuciaron de la Selva de Doramas.

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