Estimados paisanos y compatriotas, indicar en primer lugar que mis ascendientes han sido canarios al menos desde mis tatarabuelos y españoles, desde que nuestro país se formó como nación. Me enorgullece decir que soy canario y español, sin que eso suponga ningún conflicto en mí.

Con gran emoción juré la Bandera en el año de 1952 en A.O.E., acrónimo de África Occidental Española donde se hacía el servicio militar obligatorio.

Comencé a trabajar a los 11 años, durante dos años en una fábrica de mosaicos (ladrillos para el piso)

A continuación, cuatro años en un taller de mecánica, ¡en la fragua!, dándole al ventilador para poner el hierro al "rojo vivo" y golpearlo con el marrón en el sitio que el maestro, con un pequeño martillo, me indicaba.

El ambiente estaba cargado con humo de alquitrán que respirábamos a causa del "embreator" que usábamos para los trabajos de forja ¡¡Eso durante todas las horas de todos los días!!

En aquella época no existía la Seguridad Social y las medicinas de que disponíamos eran: yodo, alcohol y trementina para los dolores.

Si tenías la desgracia de tener algún accidente, la única opción que existía era ir a la casa de Socorro.

En la actualidad, me encuentro muy afortunado de poder usar, y quiero manifestarlo, del mejor servicio sanitario del mundo. Hace dos meses que fui intervenido quirúrgicamente de cataratas en la Clínica Cajal por la doctora Trujillo, hace tres años me descubrieron degeneración macular en los ojos. Ya llevo más de cuarenta "pinchazos" en mis ojos. Ha sido la doctora Virginia García quien me ha atendido con una delicadeza sublime. Jamás soñé que en mi vejez, tengo 84 años, recibiría un trato, atención y delicadeza tan bueno como el que me están dando, y que tan buenos especialistas tendría en nuestro Servicio Español de Salud.

Tengo conocimiento de causa porque fui atendido hace muchos años en la gran clínica del doctor Barraquer en Barcelona, también en el hospital General de San Carlos de Madrid, donde fui atendido por el doctor don Alejandro Martín Lillo y aquí en Gran Canaria por don Antonio Cabrera Pérez y el doctor Murube que junto a otros hicieron mejoras en la atención a sus enfermos. Formaron e hicieron Patria con sus desvelos.

Termino manifestando mi gratitud a todos ellos que continuamente mejoran sus conocimientos para que podamos gozar de mejor salud.

Es posible que existan personas en desacuerdo con lo que he escrito, lo siento, pero es mi vivencia y así lo cuento.

P.D. Nadie en este mundo puede borrar lo vivido, ni volviendo a nacer, y si no... que lo intente.