La Provincia - Diario de Las Palmas

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Papel vegetal

Mentalidades

Recordaba alguien el otro día a propósito de la crisis griega un pequeño relato que escribió para la radio a comienzos de los años sesenta el novelista y premio Nobel de literatura alemán Heinrich Böll.

El cuento, titulado Anécdota para la rebaja de la moral de trabajo, se desarrolla en un lugar no determinado de la costa occidental de Europa.

Sus protagonistas son un turista de país rico que llega allí provisto de una cámara fotográfica y un humilde pescador que dormita tranquilamente junto a su barca tras una mañana de faena.

El turista dispara una y otra vez su cámara para captar tan pintoresca escena y al tercer disparo el pescador se despierta y se tantea la ropa en busca de un cigarrillo.

Solícito, el primero le acerca inmediatamente a la boca uno de los suyos, que le enciende además con su propio mechero mientras intenta entablar con él una conversación.

El día es espléndido, y el turista le comenta al pescador que seguramente habrá una buena captura, a lo que el segundo se limita a sacudir la cabeza.

Insiste el turista y pregunta si no va a salir ese día a pescar con el tiempo que hace. Nuevo movimiento negativo de cabeza del nativo, lo cual suscita una nueva pregunta: "¿Es que no se siente usted bien? ¿Por qué no sale?".

Finalmente, ante tanta insistencia, el pescador responde: "Ya salí esta mañana y tengo cuatro langostas y dos caballas en el cesto". Y añade a modo de explicación: "Con eso me basta para mañana y pasado mañana".

El turista, de mentalidad calvinista, no se da por satisfecho con la respuesta y le explica al pescador que si saliese cada día varias veces a pescar, con el dinero que sacase podría al cabo de un año comprar un motor para facilitar su trabajo, y al cabo de más tiempo tendría dos barcos de pesca e incluso una gran cámara frigorífica.

Finalmente podría abrir un restaurante, y entonces podría tumbarse a la bartola en el muelle a disfrutar del sol y de un día tan magnífico como aquél.

A lo cual el pescador se limita a responder con esa sabiduría tan mediterránea: "Pero eso ya lo tengo".

Böll no hablaba en aquel cuento de Grecia, pero la escena podría desarrollarse lo mismo allí que en cualquier lugar de la costa andaluza o la portuguesa.

El breve relato lo emitió la radio pública alemana el 1 de mayo - Día del Trabajo- de 1963, es decir el año en el que llegó a la cancillería federal alemana el cristianodemócrata Ludwig Erhard.

Como ministro de Economía del canciller Konrad Adenauer, Erhard había sido padre del "milagro económico" y de la llamada "economía social de mercado", hoy tan en entredicho por el neoliberalismo, la competencia a cualquier precio y la globalización.

El autor pone en cuestión la mentalidad productivista y consumista de sus compatriotas y parece preguntarse a través de esa parábola algo que ya casi nadie se pregunta: ¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar?

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