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Zigurat

Los nuevos muros

Antes los muros se levantaban por cuestiones ideológicas y políticas, había que mantener al enemigo frío lejos, tapado, escondido, mimetizado; tal era el caso de Alemania.

Pero en los últimos años el miedo no es a las ideas o a la cultura global, ahora el miedo en sí es el ser humano ajeno. Y para estos se necesita otra solución igual de agresiva, igual de indigna.

Cuando los desheredados de la tierra estaban a las puertas de Europa, con entrada en España o Italia, los países de la comunidad, al serles requerida más ayuda, control y recursos, se pusieron a la defensiva con si el problema no fuera con ellos, pues únicamente era un asunto humanitario sin urgencia que venía del sur, de la puerta de entrada a Europa. Y en ese sur estaba y está Grecia, a la que exprimieron sin contemplaciones, cuando este país es el que más inmigrantes recibe, pues está entre Asia y Europa con semejanzas culturales más proclives, lo que lo convierte en destino de muchas personas, en vez de Turquía.

Pero cuando ese enjambre, esa masa -a decir del gobierno inglés- llega a tu casa, en este caso Francia o Inglaterra, el discurso se dramatiza, se escandalizan y piden medidas inminentes para acabar construyendo... un campo de concentración en Francia.

No hace falta ser ultranacionalista, xenófobo y antieuropeo al estilo francés, alemán o griego, para sacar las uñas cuando se trata de proteger los interés patrios. Muertos y más muertos pegados a las alambradas, aplastados por coches, camiones, trenes; ahogados, apaleados, confinados.

Es un problema de proporciones históricas, el pan nuestro de cada día; aunque se habla mucho y se proponen reuniones de alto nivel en la correspondiente comisión europea, se actúa con improvisación y con prisas para intentar resolver el hambre que los mantiene vivos.

La segunda medida tomada es hacer un campo de concentración donde meter a los refugiados, siguiendo la estela de Wyler, para poder controlar la situación. La primera medida no es administrativa ni de autoridad ninguna, es la comunidad cercana, haciendo uso del sentido común, que se vuelca en atender en lo que puede a estos seres humanos.

Una comunidad, un pueblo, que cree que tiene la supremacía cultural, la de pensamiento, la económica, no puede actuar como lo está haciendo, no hay dónde agarrarse cuando la desafección humana es tan clara y directa.

Estamos rodeados de muros: antes se celebraba la caída de los muros simbólicos o reales y ahora se celebra que estemos protegidos de la invasión o el enjambre que dicen lo ingleses, levantando muros o vallas donde suele terminar la vida de muchos.

España, Turquía, Marruecos -el inmenso muro en el Sahara ocupado, condenando a cientos de miles de seres humanos al abismo- Grecia, Hungría o Inglaterra y Francia son los que tienen estos artefactos disuasorios o están en plena construcción, amén de otros países bajo manto de silencio como Kosovo, donde todo esta perimetrado con alambre.

Y solo he indicado de los que tengo noticia en Europa, porque si nos vamos a dar una vuelta en Google veremos que los muros que dividen a las personas son más comunes de lo que pensamos: Estados Unidos de América, Corea del Norte, Jordania, Israel, Brasil, Arabia Saudí, Egipto...

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