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Artículos de broma

Sugerencias astrofísicas

La astrofísica la entienden muy bien los astrofísicos y la siguen con pasión los aficionados. Una de sus aportaciones más generalmente reconocidas es cómo nombra piedras que giran en el universo y fenómenos de la materia que sólo entendemos con metáforas y con aventuras de los tebeos Marvel de la línea galáctica. Las ventajas del conocimiento son conocidas y universales pero la sugerencia es más subjetiva y depende de la capacidad de idear y de las referencias que se almacenen en la cabeza. Me cuesta enfrentarme a determinadas sugerencias como las que descubrí recientemente con una serie de planetas alienígenas.

Por el mundo de los personajes románticos que trabajaban en ficciones populares nada me puede evocar más que el Planeta Solitario, expulsado de su sistema solar, que vaga por entre las estrellas. Quizá por culpa del cine clasificado S, otro género popular muy unido a la modélica transición española, cuando leo de la existencia de un Júpiter Caliente sólo puede imaginar un planeta salido -y no de órbita- un Atila, un Taras Bulba (que suena más clasificado S) en busca de Venus Caliente para colisionar. Mundo de Agua inspira un planeta piscina para alienígenas grecolatinos que viven en una realidad inundada, semisumergida, de templos dóricos submarinos.

Pero todas esas sugerencias se desmoronan cuando piensas en las órbitas y en las conjunciones -que no dejan de ser las relaciones de los astros- y te enteras de la existencia del Gigante Gaseoso. El Gigante Gaseoso me hunde el planetario mental porque permite suponer por qué el Enano Marrón es marrón y, a partir de ahí, por qué se marchó de su sistema solar el Planeta Solitario, arriesgándose a toparse con un enorme Júpiter Caliente que aún no ha encontrado a Venus Caliente. Un Gigante Gaseoso puede convertir la plácida belleza del Planeta Agua en un jacuzzi astral desagradable. Gigante gaseoso, qué asco.

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