La Provincia - Diario de Las Palmas

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Clave de sol

Corazón de las tinieblas

Impresionan esas maravillosas vistas de la Tierra que las naves espaciales nos muestran en la televisión. Fantástica posibilidad de nuestro tiempo que ni podíamos soñar quienes nacimos el siglo pasado. Comprobamos entonces que los mapas y esferas escolares de antaño tenían razón al diseñar la disposición de océanos y continentes. Con la diferencia, no sé si ventaja, de que en este caso no existen rótulos que identifiquen países, cordilleras y mares, ni meridianos y paralelos que los sitúen, ni artificiales fronteras que los limiten. Al natural, el globo es por definición más auténtico, universal y si me apuran ecuménico. Da que pensar el panorama nocturno de los continentes que, por paradoja, manifiesta también con crudeza su nivel de vida. Si tal recorrido se hiciera hace un siglo, aún estaría del todo en tinieblas. No es así: las grandes ciudades de Europa y América, y aun de Australia y gran parte de Asia, pasan ante nuestra vista como brillantes luminarias, mientras que en el resto de sus territorios vemos puntos de luz de diferente intensidad. Grandioso espectáculo. Pero uno cae en la cuenta de que todo un continente circula por la pantalla poco menos que en completa oscuridad. Es África, enorme territorio en el que sólo lucen unas lucecitas por el norte, en la ribera del Mediterráneo, y otras pocas por el sudafricano extremo. Lo demás está sumido en la negrura. Todo un símbolo. Continente colonizado por una Europa codiciosa de sus selvas, su fauna, sus sabanas, sus safaris, sus minas... Población antes humillada con la esclavitud y hoy invasora de nuestros territorios para pedir su parte en un nivel de vida del que se han informado gracias a su coltán, la gran materia prima tecnológica. África fascinante y olvidada, rica y menesterosa, paradójica en fin.

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