En los regímenes totalitarios se han acuñado términos antitéticos de gran expresividad; sin embargo, en ellos se oculta una intención política execrable: el discurso xenófobo en aras de la exaltación nacional absolutamente opuesto al concepto de la tolerancia, imprescindible para la convivencia pacífica.

En suma, si el extranjero es diferente, y lo diferente es sinónimo de racismo, no deben sorprendernos las noticias que difunden los medios de comunicación. Lo diferente era, a partir de 1933, el enemigo en Alemania, y también en Serbia, donde se produjo una crisis finisecular que se saldó con un genocidio estimulado por las trampas y manipulaciones del discurso xenófobo.

Explicaba Karl Kraus, eminente escritor y periodista austriaco, quien, cuando se produjo el advenimiento del Tercer Reich, advirtió del peligro implícito en palabras manipuladas para la seducción de las masas: "Es en sus palabras y no en sus actos donde yo he descubierto el espectro de la época".

Asimismo, el profesor de Filosofía en la Universidad de Roma Giacomo Marramao pide a sus discípulos que estén alerta, ya que, en su opinión, si se hubiera acometido un análisis profundo del lenguaje usado en Alemania, a partir de 1933, habría sido posible descubrir que, por mucho que se repitan las mentiras, estas jamás acabarán convirtiéndose en verdades.

Dicho análisis es importante, pues -según como uno hable- se deduce cuál es su inclinación cultural e ideología política, como sucede ahora, por ejemplo, con el uso del tan desafortunado eslogan político Limpiando Badalona, donde subyace la idea de llevar a cabo una limpieza étnica.