La Provincia - Diario de Las Palmas

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Turistiando

Turismo, riqueza y empleo

La noticia publicada por el digital 02B acerca de la escasa rentabilidad por turista en destinos de sol y playa en España abre un debate sobre dos temas que son permanentes en torno a la actividad turística: cuánto empleo puede crear y qué riqueza ocasiona en los destinos de sol y playa (que no quiere decir que sean de masas exclusivamente, aunque aquí se da ese caso). Y, para empezar, tengamos en cuenta las cifras oficiales: el turismo representa el 10% del PIB mundial, el 5% de las inversiones en el planeta y uno de cada 11 empleados en el mundo. En Canarias son más llamativas: el 28% del PIB y uno de cada tres empleos. Razones de peso para cuidarlo y mejorarlo.

Que la riqueza se reduzca a 100 euros por turista no deja de ser dinero, claro, pero es una riqueza limitada y, además, habrá que valorar cuánto se queda en el destino que es, en definitiva, el lugar que aporta al turismo el sacrificio de toda la población:

- Uso o presión sobre los espacios de mayor calidad ambiental.

- Inversiones en infraestructuras y dotación de servicios al sector turístico. Con creación de puestos de trabajo, aunque encorsetados.

- Presión de demanda y encarecimiento de los recursos energéticos para los centros turísticos vs. resto de población, sobre todo si se importan combustibles fósiles que no tenemos, o la demanda de agua que provoca su encarecimiento para otros sectores; o la gestión de residuos, incrementada por el impacto de los millones de turistas.

- La necesidad de una mano de obra que puede ser autóctona pero para ello es obligatorio que sepa idiomas.

- Importación de productos de bajo coste (alimentos, fundamentalmente).

- Incremento en el destino de las distintas formas de contaminación (atmosférica, sonora, lumínica, aguas residuales...) y masificación.

- Riesgo de contagio de la economía local por los problemas del sector turístico, derivando en estancamiento económico y crisis, tanto por aspectos exógenos (crisis económica en un país emisor, huelgas o catástrofes e incluso la irrupción de un volcán islandés que paraliza el tráfico aéreo de Europa) como endógenos (saturación, obsolescencia o madurez del destino).

- Limitado impacto en la generación de empleo (y bastante que da de sí el turismo).

- Subordinación a intereses foráneos (turoperadores, compañías aéreas, de cruceros, grupos hoteleros o de gestión de parques temáticos, e incluso las empresas de animación y espectáculos...)

- Intervención política con importantes cantidades de dinero público en promociones con objetivos dispares (tenemos una complejidad de destinos, de islas, la comunidad, empresas, establecimientos, servicios o productos), e incluso se puede dar el caso de la utilización de estos recursos para campañas personales.

- Laberinto legislativo...

- Distorsión de la marca, siempre dependiente de los tumbos que da el encargo a consultoras (también mayormente foráneas), cada vez que hay cambio del responsable político o por la falta de criterio (que de todo hay).

- Y un largo etcétera...

Con este panorama que ya auguraba Mario Gaviria (España a go-go 1974), tenemos que reconocer que hubo quien pensó más allá que en vender complejos turísticos para sacar beneficio inmediato. Visionarios cuyo objetivo era rentabilizar la presencia del turista en nuestro territorio y que formaran parte de un proyecto o modelo en común con el isleño. Y es que la fórmula o el silogismo es sencillo. Si el sol y la playa son gratis y no son tasables, el visitante puede y debe dejar su aportación en actividad económica pagando por productos y servicios que no controla el turoperador o el alojamiento (en particular los que han implantado el todo incluido).

Considero que Gran Canaria ha de aspirar (no queda otra) a mucho más dinero por turista y que éste, encima, salga satisfecho de la isla y regrese. Pero ¿qué se puede añadir al sol, la playa y el clima? He indagado durante años varias posibilidades de distinto tipo que me reservo y, además, estimo necesario crear un espacio permanente (y no me explico cómo no existe ya) para el encuentro entre empresarios que deseen imaginar las posibilidades de este territorio y sus gentes para que la marca turística de Gran Canaria se convierta en un referente mundial para turistas que no miren sólo el precio (que es el determinante entre los destinos commodities) entre los muchos que pueden elegir, sino que encuentren otros productos y servicios (no olvidemos que cada isla es un destino multiproducto) y todo lo que pueda desear o encontrar un turista -con calidad-. Pero hay que apuntar más alto. Buscar el liderazgo. Ofrecer algo que no tengan otros, que sorprenda e incluso puedan desear exportar como franquicia. Una oferta que, además, destaque y sorprenda con usos novedosos de los avances tecnológicos, porque no todo está inventado en el turismo.

Y ahora abordo la controvertida tasa. ¿Dónde hay dinero para esas iniciativas? Yo creo que podrían lograrlo con la tasa o como quieran llamarlo, pero con una diferencia: el importe recaudado no será gestionado sólo por el partido político que gobierne o el órgano de la administración que la tramite. Ni se difuminará entre los fondos de la institución. Ni se destinará a cubrir las actividades de la administración que se vienen realizando.

Hablo de un nuevo modelo (también) de gestión, con más implicación del empresariado (porque va en ello que sus establecimientos puedan aumentar su valor y precios), la complicidad de la sociedad (porque habrá que investigar y crear...) y con la participación de la administración local e insular para que incrementen su actividad y presupuesto e impulsar este cambio de modelo. Un cambio que hará que el turismo no sea un sector estanco y contradictorio, sino que pueda liderar el desarrollo como hiciera tras las iniciativas de Néstor Martín Fernández de la Torre bajo su espíritu de "hacer de la vida una obra de arte" y en esa obra de arte viviremos los grancanarios y la compartiremos (porque contribuirán a mantenerla y mejorarla) con los turistas.

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