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Papel vegetal

Grecia: el mejor cliente del armamento alemán

Se ha criticado mucho a Grecia por quejarse de los sacrificios que por culpa de la austeridad tienen que soportar los ciudadanos mientras dedica a su sector de la defensa un porcentaje de su PIB superior al de otros países de la OTAN.

Y tienen razón sus críticos, aunque sean estos conservadores y justifiquen al mismo tiempo hipócritamente la camisa de fuerza presupuestaria que Berlín impone a sus socios sin tener en cuenta para nada las circunstancias particulares de cada uno.

Porque si Grecia ha aceptado recortar drásticamente sus gastos sociales, no está dispuesto a hacer lo mismo con el presupuesto militar: ese país figura en el noveno puesto entre las naciones que más gastan porcentualmente en defensa, según el International Centre for Conversion de Bonn (BICC).

Ningún miembro de la OTAN mantiene en pie unas Fuerzas Armadas tan numerosas en relación con el tamaño de su población. Si en 2000 el Gobierno de Atenas gastó unos 6.000 millones de euros en sus Fuerzas Armadas, nueve años más tarde y uno antes de que Grecia se acogiese a su primer rescate, el país dedicaba a defensa un 3,1 por ciento de su PIB cuando la media de los países de la OTAN era del 1,7 por ciento.

Y ahora que el Gobierno izquierdista de Alexis Tsipras, se ha visto con el agua al cuello y ha tenido que aceptar todo tipo de imposiciones de la troika, entre ellas una subida drástica del IVA, la reducción de las pensiones y un fondo de privatizaciones, el presupuesto militar sigue siendo una excepción.

El año pasado, pese a la reducción obligada por la crisis, el gasto militar representaba un 2,3 por ciento del PIB, sólo superado por Estados Unidos (4,4 por ciento) y el Reino Unido (2,4 por ciento).

Pero resulta un tanto hipócrita que sean los propios alemanes quienes critican a Grecia por sus gastos de defensa cuando son precisamente los primeros en hacer negocio con los griegos.

Pues es precisamente Alemania, el país que le exige mayores sacrificios para que salde sus deudas y equilibre su presupuesto, quien más se beneficia de ese desorbitado gasto militar.

La pequeña Grecia tiene más de 1.600 carros de combate de diversa procedencia, en su mayoría son de los modelos alemanes Panzer 1 y 2, un auténtico récord europeo. Como comparación, la propia Alemania sólo cuenta con 240.

Sólo en 2003, el Gobierno de Atenas encargó 170 carros de combate a la empresa muniquesa Krauss-Maffei Wemann, lo que le reportó a esta ganancias de en torno a 1.700 millones de euros.

Pero a las de Krauss-Maffei hay que sumar también las ventas de Rheinmetall, el mayor fabricante alemán de armamento, que suministra los cañones de los Leopard además de las correspondientes municiones.

Rheinmetall vendió también al Ejército griego sistemas de defensa aérea en una operación comercial rodeada de escándalo: la empresa de Düsseldorf fue acusada de soborno y tuvo que pagar una fuerte multa.

Según informaciones de la propia prensa alemana, la justicia de ese país, pero también la griega investigan actualmente si Krauss-Maffei Wegmann y otras empresas de armamento como Atlas Elektronik sobornaron a funcionarios griegos.

Al comienzo de la Guerra Fría, Atenas compraba la mayor parte de sus armas a Estados Unidos, país que ayudó al gobierno heleno a entrenar y reforzar a sus Fuerzas Armadas para mejor combatir a los comunistas en la guerra civil que estalló en ese país tras el final de la ocupación nazi.

Las tensiones con la vecina y mucho más populosa Turquía, pese a ser ambos países miembros de la OTAN, hicieron que Atenas tratara de buscar el equilibrio militar y continuara con fuerza su política de adquisición del más moderno armamento tanto en Estados Unidos como en Alemania.

La disparatada rivalidad entre esos dos teóricos aliados benefició sobre todo a la industria alemana, que vendió entre 1971 y 1980 ocho submarinos a los griegos, a los que se sumarían más tarde otros sistemas de la última generación como los del tipo 214, por los que el Gobierno de Atenas pagó varios miles de millones de euros.

El primer ministro socialdemócrata Costas Simitis se ufanó en su día de haber lanzado el mayor programa de armamento de la historia moderna de Grecia mientras que su sucesor, el conservador Kostas Karamanlis, quiso incluso superarle.

Como señala el semanario Die Zeit, los expertos del antes citado instituto de Bonn han recomendado al Gobierno alemán que no autorice en el futuro las exportaciones de armamento a un país sin tener en cuenta su "situación financiera", a lo que el Gobierno de Berlín responde que Atenas es miembro de la OTAN, por lo que no cabe aplicarle restricciones de ningún tipo. Todo sea por el negocio.

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