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Reflexión

Educación, universidad y ecología integral desde el papa Francisco

Hemos tenido el regalo y la alegría profunda de estar con el papa Francisco en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, donde soy profesor y el lugar elegido donde el Sucesor de Pedro tuvo un encuentro con el mundo de la educación en Ecuador. El Papa nos transmitió un hondo mensaje que vamos a comentar a continuación, en sintonía con su última encíclica Laudato Si. Con una propuesta de educación y universidad en clave humanizadora, crítica y ética, social, ecológica y espiritual (integral).

Frente a toda educación individualista y mercantilista-competitiva, basada en el afán elitista de prestigio o de poder y riqueza, el Papa nos presenta una propuesta educativa en salida, hacia las periferias. Una educación samaritana y responsable que se encarna en la realidad, en los sufrimientos e injusticias sociales-globales, que padecen los pobres de la tierra, y ecológicas que destruye la casa común de nuestro planeta tierra.

La educación ha de promover una cultura ética del cuidado y de la protección de los pobres, de los excluidos y de la ecología. Con personas y comunidades conscientes y activas, sujetos creadores de un renovado mundo y planeta con un desarrollo humano, sostenible e integral. En contra de la cultura del descarte que impone una falsa libertad individualista y un relativismo egocéntrico. Con su imperialismo tecnocrático de la economía, del mercado y de las finanzas, convertidos en ídolos a los que son sacrificadas la vida y dignidad de las personas; negando así el bien común y la justicia con los pobres. Y frente a la globalización de la indiferencia que, como el mal samaritano, permanece impasible, cómplice antes todas estas urgentes y apremiantes injusticias sociales-globales o ecológicas.

Es una educación, pues, que propone un sentido de la vida, ético y espiritual, responsable y comprometido con la realidad, con el mundo de los pobres y con el ambiente. Una educación con conciencia y pensamiento crítico, moral y liberador que, desde una espiritualidad encarnada, acoge el don de la vida y de la tierra. Lo que nos lleva a la responsabilidad y al compromiso por que se compartan esta vida, por el reparto y distribución justa de los bienes con los pobres de la tierra, con equidad socioecológica para las presentes y futuras generaciones de la historia. En contra del capital, del beneficio y de propiedad convertidos en absolutos, en falsos dioses que miden y convierten todo en números, en el economicismo de la rentabilidad, del productivismo y del lucro.

Como se observa, el Papa nos presenta todo un reto y desafío para una educación con credibilidad, con humanismo espiritual. Una universidad coherente que sirve a la verdad, a la belleza y al bien, que se hace cargo, carga y se encarga de la realidad en la solidaridad y la justicia con los pobres de la tierra, con los hermanos excluidos y con nuestra hermana tierra. Una educación inspirada en la fe que, como nos enseñó el Papa, siempre es revolucionaria: acoge el clamor de libertad y liberación de toda dominación, opresión e injusticia; promueve la revolución de la alegría y de la ternura, de la fraternidad solidaria y del amor comprometido en la justicia liberadora con los pobres, con los marginados y con la casa común que es nuestro planeta.

Todo ello está cimentando en una espiritualidad y antropología de la comunión con Dios, con la familia humana y con el cosmos, en una profunda unión y religación de todo con todo, de todas las dimensiones de la realidad. Está enraizado desde la fe, el amor y esperanza en el Dios Padre, con Entrañas Maternas, Revelado en su Hijo Jesucristo. Con su Evangelio del Reino de amor fraterno, de paz y justicia con los pobres, con su Espíritu liberador, Señor y Dador de Vida. Es el Dios Trinitario, Dios de la comunión solidaria, de los pobres y de la vida (fecunda, plena y eterna), de los cielos nuevos y tierra nueva, en donde Dios será todo en todo.

(*) Profesor de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador-Sede Ibarra

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