Terminó bien, de milagro, relatan algunos de los testigos, tanto de los establecimientos como de los taxistas que trasladaron a los soldados holandeses a Vecindario. Se cruzaron de todo, de palabra y casi de obra. Desde que Pieter van der Does y sus hombres se lanzaron sobre Las Palmas de Gran Canaria en 1599 no se conocía una refriega semejante entre soldados holandeses y fuerzas del Estado establecidas en la Isla. (El tríptico sigue en Agaete.)