La Provincia - Diario de Las Palmas

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Opinión

Gratitud al valor y la vocación de servir

En los últimos años he tenido la oportunidad de conocer a los distintos responsables del Ministerio de Defensa y del Interior en nuestra ciudad. Me considero afortunado, pues he conocido a personas extraordinarias y profesionales excelentes. Están poco tiempo en este destino, pero el suficiente para quererlos, a ellos y a sus familias, entristecernos cuando se marchan y alegrarnos cuando conocemos sus nuevos e importantes cometidos. Los últimos, el teniente general Javier Salto, un canario más, al Gabinete del ministro y el jefe superior de Policía, Valentin Solano, a Ecuador con una importante misión de seguridad. Esa relación, institucional y personal, me ha permitido valorar el trabajo que realizan y conocer hasta qué punto es importante la seguridad para nuestras Islas. No es la primera vez que hablo de la seguridad. El domingo pasado me referí a la Base Naval y su importancia, sea en Mesa y López o en la Esfinge, para garantizar la seguridad de nuestro océano. Hoy quiero resaltar la importancia de la labor desempeñada por nuestras Fuerzas Armadas en distintas misiones de paz y contención del yihadismo. Hace unos meses volvió de Afganistán el grueso de la expedición formada por centenares de militares canarios al mando del coronel Murga. Éxito rotundo. Magnífico trabajo y vuelta a casa sin novedad. Atrás quedaron meses de riesgo y preocupación para ellos y sus familiares. No siempre es así. Vaya nuestro recuerdo para los que perdieron la vida o resultaron heridos en otras misiones o en accidentes de vehículos, helicópteros o aviones.

Hace unos días volvió a casa el comandante militar de Las Palmas, general García Vaquero, con un buen grupo de soldados canarios, después de estar casi un año al mando de las fuerzas internacionales destacadas en Mali. Ha vuelto y, según las crónicas escritas, el trabajo ha sido impecable. No me extraña, pues he conocido a pocas personas con sus cualidades y preparación y un gran servidor de España. El pabellón nacional ha quedado, pues, en lo más alto entre los más de 25 países que colaboran en una misión muy complicada y en una región cuyo destino está, lo creamos o no, directamente vinculado al nuestro. El terrorismo, el yihadismo o el narcotrafico son riesgos graves y próximos que son combatidos desde la discreción y la eficacia por nuestros soldados. A cincuenta grados, rodeados de enfermedades y toda clase de amenazas, soldados españoles y de otros países frenan y disuaden a aquellos que quieren cambiar el mundo a base de sangre. Y lo hacen de tal forma que apenas nos enteramos. Eso es encomiable aunque tanta prudencia posibilita que algunos crean que esto es Jauja, que la seguridad es gratuita, que lo que pasa en nuestro entorno nos es ajeno y no nos concierne. Grave error. Vivimos en un archipiélago maravilloso situado en una región muy compleja. Y la tranquilidad y seguridad de la que disfrutamos es el resultado de una gran alianza internacional, que afortunadamente ya nadie cuestiona, y del trabajo realizado por profesionales que literalmente se juegan la vida, y a veces la pierden. Es justo que ahora, en el regreso de la misión, les demos la bienvenida y les agradezcamos, como merecen, el trabajo realizado. Muchas gracias, soldados.

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