Cuando Montoro anuncia una rebaja del IRPF y no la incluye en los Presupuestos Generales del Estado condicionándola a una victoria del PP en las próximas elecciones generales lo hace porque quiere seguir subiendo a los cielos, acercándose al Sol, pero no montado en las peligrosas alas de Ïcaro. O sea, quiere seguir manipulando la Hacienda española, pero esta vez, sin recurrir a la mentira, como lo ha hecho hasta ahora, sino al chantaje, con contrapartida.
Si Montoro quisiera, de verdad, hacer más digna la situación de todos los españoles debe bajar el IVA y subir el IRPF a los que gozan de situaciones privilegiadas, al suspenderse la progresividad del impuesto por encima del 47%.
Si Montoro hiciera unos cálculos decentes vería que solo con el impuesto indirecto retrógrado del IVA a una familia que gaste 6.000 euros al año le carga 420 euros, con el IVA al 7 % (840 euros para 12.000 euros de gastos). La subida del IVA del 7% al 21 % ha supuesto 840 euros más para un gasto de 6.000 euros y 1.680 para el de 12.000. Tome nota pues el Ministro por dónde puede beneficiar al ciudadano.
Y esto es para empezar, frenando la burda demagogia que hace posible que el ciudadano mire la nuca pero no la cara de ese monstruo político que es la Hacienda.
De los Presupuestos de 2016 hay mucho que decir. Es la propaganda adelantada y aprovechada del tahúr que reparte las cartas o la escapada tramposa en una carrera antes de llegar a la línea de salida. Hace tiempo los economistas pusimos en marcha los Presupuestos Base Cero, que consistían en calcular la totalidad de los gastos sin recurrir a cifras anteriores. Aquella sana técnica se disolvió entre el interés de unos y la pereza de otros. Las innumerables escobas barrían (no siempre con la meticulosidad necesaria) los rincones oscuros de las covachas galdosianas del Estado, llegando a la letra pequeña de los capítulos de gastos, que esconden las múltiples subvenciones a Fundaciones, entre ellas las del PP y PSOE, sindicatos, etc., en un país donde muchas subvenciones forman parte de la picaresca nacional. La contabilidad presupuestaria no permite conocer los verdaderos costes de determinadas instituciones. Por ejemplo se dice que el sueldo de Rajoy es de 79.000 euros, sin añadirse los gastos de vivienda, servicios, y otros. De igual manera, el gasto de la Casa Real es de ocho millones. En pura contabilidad de costes habría que imputar otros gastos (palacios, servicios y otras propiedades estatales), que se cargan a otras instituciones. Las preguntas aumentan, con la existencia de cuatro reyes y reinas que han hecho posible igualarnos a los reyes de la baraja española. Rajoy y la Casa Real aumentan en el 1%. ¿Qué pueden pensar los jubilados, condenados a solo el mísero 0,25%? Desgraciadamente, he de ceñirme a las limitaciones lógicas de un artículo. En el apartado-resumen, cualitativo y cuantitativo, se debe destacar que los gastos para la Justicia son similares a los de Asuntos Exteriores y son menos de la cuarta parte de los gastos de Defensa, que a su vez superan los de Sanidad. La Justicia es esa Pasión-necesidad que resume las tres "virtudes del Estado" (Libertad, Igualdad, Fraternidad). Y en España, siendo -como es- el Tercer poder del Estado democrático es un desvaído juguete que funciona para recreo interesado de los políticos, quienes encumbran a sus jefes, cuando debía ser un verdadero poder totalmente independiente.
Como muestra del descontrol cualitativo, fijémonos en el Consejo de Estado, asilo de cinco estrellas y cinco soles que aumenta el 10,2 %. Las Cortes Generales 2,2% para premiar la asistencia (haga frío o calor) discontinua de los Padres de la Patria. El 6,6% del también politizado Tribunal de Cuentas. El Tribunal galápago Constitucional, el 2,5%. En los gastos regionales, la inversión en Canarias disminuye el 2,2%, mientras que en el País Vasco y Cataluña, por ejemplo, aumentan el 23,5% y el 10%. ¿Tendremos que enseñar los dientes, desplegando la bandera de la independencia? Industria y Energía disminuye el 9,5% ,porque su Ministro, el inefable Guanarteme de Telde, a quien le importa un carajo la democrática opinión de los canarios (tema del petróleo), que confunde molinos de viento con ventiladores caseros y que confiesa no entender las facturas de energía eléctrica y por supuesto los verdaderos costes de la electricidad, a precios imposibles, cambiantes en cortos recorridos, aspira a labores más altas en las escaleras lustrosas del poder político, arrojando por donde pasa zotal para que no crezca la hierba. ¿Le importará que arrastremos la humillación de tener la ratio de inversión de 123 euros por habitante, la más baja de España?
Este nuevo Presupuesto estructuralmente es continuista, propio de un cuerpo gotoso, que no ha culminado la reforma de la Administración Local, eliminar Instituciones como el Senado y las Diputaciones, evitar los amiguismos y prebendas (el último el reciente destino del nefasto Wert a la OCDE), empresas públicas, asesores que nadie sabe lo que hacen. En fin, son unos presupuestos con el mismo maloliente armazón ético de 2015, que respira publicidad sobre la nada y que hace amagos de comprar sectores hostiles como el cine al que le sube el 14%.
