La Provincia - Diario de Las Palmas

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Opinión

¡Enhorabuena!

Grande y difícil es conseguir un ascenso o título en el fútbol español y fácil resulta empañar su brillo con torpezas y descuidos.

En las presentaciones de poderes que hacen los entrenadores al principio de esta temporada hemos apreciado varios pufos. Destacamos dos de ellos. De Barcelona y UD Las Palmas.

El de los catalanes fue recibir en la Supercopa el cómico e hiriente 4-0 del Athletic vasco, con el agravante de cacarear la prepotente promesa de superarlo en la vuelta, en la que ni siquiera pudo ganar (1-1).

Y el pufo de la UD, que este fin de semana comienza en serio la liga en Madrid, nos llegó por titubeos y en especial por la doble derrota ante el Tenerife.

Aunque unos y otros busquemos dejarlo como asunto baladí que ni moja ni empapa, sentimos que para los catalanes el pufo se ha convertido en tremendo temporal, y para los amarillos en un sonrojo nada agradable porque no es normal que en época de caza sean los pájaros quienes disparen contra las escopetas.

A pesar de eso (porque una cosa no quita la otra) toca por nuestra parte festejar todavía el ascenso halagando a sus autores como héroes que son, junto a Miguel Ángel Ramírez, que es el cuarto presidente que pisa y rebasa el dintel del ascenso tantas veces pedido, apencando difíciles situaciones, igual que lo hicieron en su día Eufemiano Fuentes Díaz (en dos ocasiones), Juan Trujillo Febles, Domingo Ponce Arencibia y Manuel García Navarro.

Pensamos, pues, que para entrar serenos de nuevo en primera ante un grande, conviene recordar sin miedo ni vergüenza que no es la primera vez que sucede.

La rifa del calendario ya nos lo puso difícil el primer ascenso en 1951. Entonces nadie del todavía pequeño lar, ni un aficionado canario ni sus abuelos, padres o hijos, ni jueces de concurso de méritos, ni autoridades repartidoras de premios, barrenderos, abogados o los futbolistas de la época; ni tampoco yo, ni Juan Gol, Kiko, Paco Torres, A. Ayala, Luis del Real, Martín Moreno, Antonio Lemus, Miguel Jiménez Marrero, Andrés Ruiz, Luis García, Cutillas o José Ma Ayaso, que escribíamos de fútbol 64 años ha, había visto jamás aquí un partido oficial de Primera, y es cuando chupando el biberón de la inexperiencia nos tocó de entrada lo más gordo: el Real Madrid.

Aparte de esa vieja prueba de fuego, las siguientes rifas de calendario siguieron abusando de Canarias al alzar ante sus ojos el telón para asustar con el primer partido (no las cuento todas porque se haría largo), pero: en l954 comenzó la liga con el Atlético de Madrid en el Insular siendo felizmente goleado (4-1) con los goles que anotaron Vázquez, Manolete, Peña y Nacio. Y volvió en 1959 devolviéndonos la pelota con el 0-3 que tanto alegró a los muchos seguidores colchoneros que tenían y siguen teniendo, por el destacado valor deportivo sacado de aquí.

Pero lo más llamativo en esto de asustar a los grancanarios en los calendarios estuvo en 1964. ¡Vaya colorido! No es que nos tocara un coco con el Atlético de Madrid, sino que por añadidura nos pusieron en fila india nada menos que a Barcelona, Real Madrid y al propio colchonero uno tras otro ¡vaya, como el trío de bencina!

No se perdió todo porque se le ganó al Barcelona. Aunque sólo fuera por eso pudiera tomarse como histórica, aquella temporada ahora que hay jugadores amarillos deseando estrenar zapatos nuevos en el Calderón, pero más histórica es aún si rescatado del tiempo logramos trasmitir a nuestros aficionados jugadores de hoy un episodio de los que generan voltios de sentimiento y exigencia de respeto, entre otros de la historia del club, a un símbolo del pasado relacionado con alguien a quien apenas hace unas semanas se rendía tributo de admiración.

Se va a jugar contra el Atlético de Madrid, y repasando capítulos anteriores encontramos contra él un gol canario para recordar. Lo encajó Medinabeytia aquel 1964 y aunque solo fue eso, un gol, se multiplica su valor porque lo marcó Tonono, y lo centuplica al tratarse de uno de los dos únicos conseguidos por el aruquense en su club de siempre, donde lo tenemos como tarjeta de estímulo y recuerdo. El otro fue frente al Celta casi diez años después (1973) y también en el Insular.

Ese recuerdo seguro que no será suficiente para ganar al Atlético, pero sí al menos para admitir que la derrota ante un campeón europeo puede salir aceptada por superioridad de plantilla y recursos aunque inadmisible por esfuerzo y voluntad.

De todas formas vale sacar añoranzas tan gratas como la de que también en 1968 tocó primer partido con el Atlético de Madrid y aunque debió ser en casa se jugó en Tenerife como castigo federativo que acabó siendo vitamina de la afición tinerfeña contribuyendo al triunfo amarillo con tal impulso que hasta se llegó al subcampeonato de la mejor liga del mundo.

Esperemos que después del comienzo y final de liga quede afianzado el cachito de césped que se acaba de recuperar. Aún quedamos muchos que lo vimos conquistar por primera vez hace 64 años. Salga lo que salga. Piensen ¿no soñábamos con la Primera División? Ahí la tenemos. Merece aplauso mientras la tengamos y ayuda para recuperarla cuando se pierda. Es el fútbol.

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