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El callejón del gato

Corrupción y religión

Dicho así suena como poco, raro, pero lo que la verdad esconde es la interrelación clara que existe entre estos dos conceptos.

Hace un par de años tuve ocasión de visitar la universidad de Hilderberge en Alemania y en una de las tertulias en las que intervine entre otras cosas surgió el tema que aquí nos ocupa.

¿Por qué en España, Francia o Italia, según dicen, se destapa un corrupto cada cinco horas? Es fácil echar toda la culpa a los políticos pero la realidad es que los que roban simplemente se llaman ladrones.

Si observamos en países como Dinamarca, Holanda y Alemania existe una cosa que no pasa desapercibida a nadie y no es otra que ver desde la calle cómo la gran mayoría de las casas no tienen cortinas. La razón principal radica en la filosofía protestante-luterana donde nada debe estar fuera del alcance de la vista de los demás con el único objetivo de ser transparente en cada cosa que se hace. Es impensable que en estos países se den casos de corrupción como los que vemos en España, fundamentalmente porque los controles son mucho más estrictos y la sociedad menos permisiva con estos asuntos. Es difícil, en cualquiera de estos países, que algún ciudadano cogido al azar por la calle sepa o recuerde algún caso destacable de corrupción.

¿Por qué entonces en nuestro país proliferan como hongos prevaricadores y demás fauna? Sería injusto concluir adjudicando la culpa a la religión, pero sí, quizá sea fundamentalmente la falta de valores éticos y morales la que nos ha traído hasta donde estamos.

Así todo, no cabe duda de que la sociedad civil ha tenido una importancia superlativa en todo esto, ya que no sólo ha contribuido a destapar tramas sino que ha sido protagonista en sacar a la luz feos asuntos. Mientras los propios partidos, tanto los recién llegados como los de siempre, todavía no han denunciado a ninguno dentro de sus propias filas.

¡El bipartidismo ha muerto! Se apresuran algunos a decir. Muerto, lo que se dice muerto no lo creo, lo que si está claro es que en las próximas elecciones el poder va a estar más repartido que el primer premio de la lotería de Navidad.

O se hace un gran pacto constitucionalista entre los principales partidos que sea creíble o los ciudadanos no van a dar ni la más mínima posibilidad a que sus promesas sean fiables con lo que eso va a suponer para el futuro de este país.

Lo preocupante no es la perversidad de los corruptos, sino la indiferencia de los hombres honestos.

Estoy convencido de que en un principio Dios hizo un mundo distinto para cada hombre, y que es en ese mundo, el que está dentro de nosotros, menos en el de mi pariente lejano que va por libre.

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