La banca nunca pierde. Ni perderá. Las entidades bancarias siempre se las apañan para dar una vuelta de tuerca y exprimir al máximo a sus clientes con el objetivo de inflar aún más sus pingües beneficios. No les basta con alcanzar los dos dígitos de incremento en sus resultados cada ejercicio. Sólo en lo que va de año han aumentado sus beneficios más de un 40%. Ratios de crecimiento que ya las quisiera cualquier negocio tradicional. Atrás queda la esencia de los primeros bancos de la historia donde en el denominado 'mundo antiguo' los agricultores se prestaban granos de trigo para poder cultivar y comer. Hoy en día, el apetito egoísta de la banca es voraz y prueba de ello es que ha dado un giro copernicano a su política comercial. Se acabó aquello de comisiones cero, ya que la banca, tocada por la crisis financiera, necesita recuperar sus ratios de rentabilidad. Una de las vías, como siempre, es apretar las comisiones en perjuicio de la clientela. Las entidades tirando de la imaginación fijan los focos sobre las comisiones. En un periodo caracterizado por los bajos tipos de interés, la remuneración entre el activo y el pasivo no les basta. Para ello, los bancos se han lanzado a la venta cruzada de productos y servicios, que son los negocios que originan comisiones. Las entidades compensan, gracias a las captaciones en fondos y seguros, el impacto regulatorio por los límites a los comisiones en tarjetas y planes de pensiones. Sólo durante el pasado ejercicio, el sector disparó las comisiones más de un 14%. Otra de las comisiones más sangrantes es la de descubierto que está fijada en una media del 20%. Un peaje leonino que merma los maltrechos bolsillos del consumidor que, como dicen en Estados Unidos, al final del día es el que la acaba pagando. Algo a la postre que lastra la ansiada recuperación. Si por un lado es comprensible que las entidades financieras cobren por los servicios que prestan, también debe ser comprensible que no se pasen de listos y sacien su ambición con los más débiles. Sin mencionar, por supuesto, su avaricia y falta de humanidad al desahuciar a miles de familias porque no pueden pagar una hipoteca que el propio banco les metió por los ojos. A este paso, la banca comenzará a cobrar hasta por respirar en sus oficinas si ve peligrar su asquerosa cuenta de resultados.