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Cartas a Gregorio

Manuel Ojeda

La guerra de Margarita

Querido amigo, los medios de comunicación norteamericanos han informado que, a partir del próximo primero de enero, el ejército USA va a contar con mujeres para ir a la guerra a combatir contra los hombres y las mujeres del enemigo, directamente sobre el terreno.

Las soldados han sido adiestradas en la escuela de los "Rangers", uno de los programas de entrenamiento militar más duros de las fuerzas norteamericanas.

Lo que no sabemos es si las soldados serán realmente las chicas norteamericanas o, como de costumbre, van a ser las voluntarias sudamericanas a las que pongan en primera fila para que reciban los tiros.

Se estima que, entre las 300.00 soldados destinadas a Irak y Afganistán, 150.000 perdieron la vida sobre el campo de batalla. Sin embargo, y según dice Gayte T. Lemmon, autora de La guerra de Ashley obra que relata la lucha de las primeras mujeres que integraron las Fuerzas de Operaciones Especiales en Afganistán, los cambios en el ejército son "una verdadera evolución cultural".

La cuestión, Gregorio, no es que las mujeres puedan o no ser adiestradas para matar como los hombres, el problema es adiestrarse específicamente para matar, sea cual sea el sexo.

Si después de los bombardeos de Irak la guerra se convirtió en un espectáculo televisivo de primer orden hasta superar en audiencia a todos los realitys, ahora las masacres en directo con mujeres, serán una exhibición erótica-festiva que tendrá un éxito sin precedentes.

Lemmon explicó que el Pentágono había abierto las puertas de la Escuela de Rangers en Fort Benning (Georgia) para demostrar que hombres y mujeres deben superar las mismas pruebas físicas al mismo nivel antes de lograr el prestigioso emblema negro y amarillo que distinguirá su uniforme desde ahora. "Era imposible distinguir cuáles eran las mujeres entre ellos", afirmaba en una conferencia organizada por el Council of Foreign Relations.

Fueron las propias soldados las que pidieron el mismo nivel de exigencia que el de los hombres. "Lo primero que pidieron fue que no se rebajara el nivel para ellas porque el Ejército necesita soldados que puedan superar los requisitos", dice Lemmon.

Estoy seguro de que, a este paso, seguramente no vamos a poder distinguir entre hombres y mujeres, y no solo en el ejército. Eso nos vamos a ahorrar en retretes yen dormitorios porque, supongo que en la guerra no podrán hacer un WC para señoras y, por otra parte, a ver quién es el guapo que se atreve a meterse en la cama de una Ranger llamada Margarita que tiene más músculos que Schwarzenegger.

Qué cosas, Gregorio. Y uno todavía pensando que una mujer es algo así como la parte sensible de uno mismo, ese lado débil que escondemos pero que tanto necesitamos para, entre los dos, complementarnos.

Supongo que será la evolución cultural de la que habla la tal Lemmon, pero yo seguiré viendo a Margarita tan bonita, femenina y frágil como siempre, aunque sea más fuerte que yo, y espero no tener que ir a la guerra con ella.

Un abrazo y, hasta el martes que viene.

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