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Crónicas galantes

Noticias a la carta

Aunque cuente con un millar de periodistas en plantilla, el New York Times ha delegado en un tal Blossom el trabajo de adivinar qué noticias interesarán más al público. Blossom es un robot informático que olfatea con su algoritmo los artículos del diario y a continuación sugiere cuáles van a tener mayor éxito en las redes sociales. Su porcentaje de acierto dobla el de las informaciones que los redactores eligen guiados por la mera intuición.

Esta robotización de los criterios informativos preocupará, quizás, a las gentes de la vieja escuela; pero no hay motivo. Se trata, simplemente, de acceder al público de las redes sociales que multiplica el alcance de las noticias sin más que compartirlas, retuitearlas o darle al "me gusta" de Facebook. Los periódicos ya no son lo que eran, aunque en el fondo sigan siendo lo mismo.

En realidad, son los propios lectores de las ediciones de Internet los que, con las visitas a una u otra noticia, van dejando el rastro de sus preferencias. Muchos periódicos publican, de hecho, una lista con las informaciones "más vistas", que generalmente coinciden con sucesos de la crónica negra, frivolidades de la prensa rosa o asuntos vinculados a los programas de la tele. Nada que no sucediera ya en la antigua versión analógica del periodismo.

El bueno de Blossom, creado al efecto por los magos de la informática del Times neoyorquino, se limita a sistematizar los gustos del público y sugerir a los periodistas que los complazcan, trompeteando en Facebook los artículos con mayores opciones de éxito.

Todo esto ya estaba inventado, si bien se mira. El menú a la carta que la vieja "dama gris" de Nueva York cuelga ahora en las redes sociales no deja de equivaler a las peticiones del oyente tan habituales en la radio de hace unas décadas. A lo sumo, el método se ha perfeccionado gracias a los nuevos instrumentos que la informática e Internet ponen en manos de los periódicos.

La idea de que los lectores marquen la línea informativa de un diario suena de lo más democrática, aunque también pudiera contribuir a la banalización del producto. Es de temer que las noticias más populares -y por tanto, las más difundidas en las redes- sean aquellas que lleven ilustración videográfica, ofrezcan una lectura casi tan breve como la de un tuit y entren dentro del capítulo de las anécdotas y/o los sucesos.

Al robot Blossom no le costará gran cosa seleccionar estos días, por ejemplo, el asesinato de dos periodistas en directo o el vídeo con la no-noticia del lacayo al que el presidente bolivariano Evo Morales obliga a atarle los cordones de los zapatos. A eso puede agregarse el partido de strip-tenis disputado en Nueva York por Rafa Nadal, algún profundo reportaje sobre la razón que lleva a ciertos varones heterosexuales a acostarse con otros hombres y las ventajas de la dieta del pomelo frente a la de los carbohidratos.

Sacrificada la jerarquía tradicional de las noticias en nombre de los gustos del público, el peligro es que la prensa se convierta en una variante algo menos cruda de la tele, directamente incorporada como ella al negocio del show-business.

Ninguna culpa tiene Blossom de esto, naturalmente. El robot no hace otra cosa que ejecutar el principio enunciado por Lope de Vega: "Puesto que las comedias las paga el vulgo, es justo hablarle en necio para darle gusto". Un reaccionario ese Lope.

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