Completamente perplejos y hartos es como estamos la mayoría de españoles al leer frases tan ofensivas como: "La tonadillera desayuna con la directora y el subdirector del centro y lo hace en el economato, un lugar al que las presas no pueden pasar" o "Los miembros de la dirección le proporcionan ricos embutidos y se lo llevan a su celda, como caña de lomo".

¿Y nosotros qué hacemos?, pues si tenemos a alguien al lado decirle (aunque no lo conozcamos) si se ha enterado de lo nuevo de la Pantoja y si estamos solos no nos queda otra que suspirar y acordarnos de la dichosa frase: "La ley es igual para todos".

Además de todo esto, tenemos que escuchar cómo los periodistas informan de que a la entrada de Isabel Pantoja en lacárcel no ha sido como otras presas de Alcalá de Guadaíra, para ella, los cacheos en su ingreso en la cárcel se realizan en su celda y no en la entrada, es más, a ella se le gestionó el permiso en cinco días, cuando según todas las fuentes carcelarias, excepto en caso de muerte de un familiar, se tarda no menos de 15 días.

Incluso, para más inri vemos por la televisión cómo ella, la cantante, sale de "prisión" de la mano de un funcionario lanzando besos volados a sus fans y a los propios funcionarios, sin gafas, vestida a juego con el coche (rojo y blanco). Vamos, que si su hermano (vestido con vaqueros y camisa de blanco impoluto) llega a ponerse unos vaqueros de color rojo, yo ya es que salto de la silla y bailo la canción Hoy quiero confesar.

Yo lo siento, pero a mí ya se me atragantó el gofio de millo de mi hermana, y lo único que me queda por ver esta tarde es que abucheen a Rafael Nadal por acordarse más de sus derrotas que de sus triunfos, entonces me empezaré a creer que el fin del mundo está cerca.

Porque como diría el actor Antonio Tejero: "¡A ver, un poquito de por favor, no me pisen en la cárcel que está recién fregá!"