Ahora al Madrid le ha dado por los porteros, por quemarlos o por llevarlos a situaciones límite. Por si no tuviese pocos problemas resulta que el club blanco está sometiendo al fuego amigo, casi el más peligroso, a sus guardametas, nada menos que el último bastión de un equipo.

Si encima hacen buenas paradas como está ocurriendo en el caso de Keylor Navas no extraña para nada que se pueda hablar de superhombres porque hay que tener un temple extraordinario para ser capaz de cumplir con el trabajo en unas condiciones tan adversas. Desde que empezó el lío con Casillas no hay portero que no haya vivido una tensión enorme en algún momento de la temporada al menos; el primero, el propio Casillas, pero después también Adán, Diego López y Keylor Navas. A saber qué es lo que le reserva el futuro a Casilla, que ya debe estar temblando al comprobar en donde está metido porque aquí no se libran ni los que no fichan, véase el caso de De Gea, que todavía debe estar noqueado por la experiencia sufrida.

Es curioso que un puesto que tenía tan bien cubierto el Madrid se haya convertido en una fuente permanente de conflicto. En buena hora cruzó Mourinho a Casillas, que pasó de ser un grandísimo portero a un muñeco del pimpampum y de paso supuso el comienzo de un proceso de inquietud, bronca y malas formas que no parece tener fin y que en definitiva puede tener sus consecuencias en forma de resultados negativos. Keylor Navas ha rendido bien hasta ahora, pero después de lo ocurrido en la noche del lunes ya puede rezar, él que es tan religioso, para que no baje un ápice el nivel de sus actuaciones porque de otra forma hay quien le va a estar esperando para pasarle factura a la mínima y desde luego con la sombra de De Gea proyectándose de forma permanente sobre él.

A este paso ser portero del Real Madrid se va a convertir en profesión de riesgo, sin pretender desmerecer a ninguna otra que tiene ya desde tiempos inmemoriales ganada con toda justicia tal calificación, ¡estaría bueno!, o también la vía más rápida para acudir a terapia psicológica, pero no se descarta que se amplíe rápidamente la nómina de afectados.

No debe ser casualidad que el Real Madrid lleve tres culebrones de verano, nada menos que tres, este año. La salida de Casillas, la ampliación de contrato de Sergio Ramos y el fallido fichaje de De Gea. Bonita forma de llevar un club y bonita forma de cargarse una empresa.