Hoy, que Google es más redondo (así se lee la nueva tipografía de su logotipo: más redonda), las presentaciones de nuevos productos de Apple continúan siendo especialmente esperadas en el mercado. Sin Steve Jobs no es lo mismo. Hace mucho que no lo es. Pero la compañía de la manzana sigue empeñada en marcar tendencia, muchas veces con acierto, renovando su concepto de los electrodomésticos que demanda la sociedad digital. Así ha tratado siempre a sus dispositivos: como equivalentes a la lavadora. Una idea que se revela cada vez más vigente en la evolución de la red.
Tim Cook ha subrayado en la última puesta de largo de su catálogo la evolución de estos aparatos, que devienen en imprescindibles para el profesional contemporáneo. Pero también para el usuario doméstico. Una idea principal: el tamaño importa. El siguiente iPad de Apple será gigante. Apunten sus 12,9 pulgadas como nuevo estándar en el sector. Los innovadores fabricantes asiáticos de móviles ya venían apuntando la tendencia. El público pide pantallas más grandes, visto que la reducción del peso parece solucionada. Quiere un universo más grande entre las manos, porque cada vez son más las tareas que le pide al cacharro. Y porque la imagen y el vídeo, resueltas su densidad en megas y su velocidad de reproducción, continúan creciendo en presencia.
Precisamente por eso la televisión se redefine como un soporte digital que tendrá aún más impacto en nuestras vidas. No sólo con la emisión de sus contenidos convencionales, sino como plataforma de espacios a la carta, expansión de las redes sociales y otra ventana más a la red. Y he aquí la otra apuesta de futuro estratégica de Apple: convertir a la tele en una extensión del iPhone o el iPad, integrar el aparato en nuestra vida electrónica y ofrecerlo como pantalla de ordenador, cine o lista de reproducción de iTunes, por ejemplo. Internet se proyecta en gran formato.
