Por sus obras los conoceréis. Y parece que los nuevos dirigentes del Cabildo y el Ayuntamiento empiezan a enseñar la patita, a juzgar por la diferencia entre lo que pregonaban en sus campañas electorales y algunos gestos recientes sobre su comportamiento. Veamos: el pasado 21 de julio se produjeron unos desprendimientos de rocas en la montaña de El Confital, amenazando la zona de baño habilitada allí. Los organismos citados acotaron el espacio en peligro e inmediatamente decidieron intervenir para prevenir nuevos desprendimientos y analizar la situación global de la montaña, donde ya se ha actuado en otras ocasiones por parecidos motivos.

Hasta aquí todo perfecto, pues la obligación de los organismos públicos era velar por la vida de los usuarios de El Confital y proteger el macizo rocoso que aloja cuevas y refugios prehispánicos considerados Bien de Interés Cultural en la categoría de Zona Arqueológica. El Cabildo de Gran Canaria, a quien corresponde realizar las obras adecuadas, intervino inmediatamente y eligió a una empresa peninsular para sanear el entorno de la Cueva de los Canarios. Aparte de los primeros trabajos realizados por el Servicio Municipal de Limpieza, las obras básicas de conservación se han calculado en unos 60.000 euros, sin presupuesto cerrado, a expensas de los problemas que puedan detectarse durante estos primeros análisis. Aceptando que los técnicos del Cabildo, por razones de premura, no encontraron una empresa canaria para realizar los susodichos trabajos de urgencia, sí podemos achacarles una falta de transparencia al adjudicar a dedo las posteriores actuaciones que pueden superar la cantidad fijada en la Ley de Contratos del Estado para obras negociadas sin publicidad.

Abundando en el despropósito, acabamos de leer en este periódico que una segunda empresa, también elegida a dedo, realizará un estudio de campo para completar el protocolo de actuación que asegure la estabilidad de la montaña en el futuro. Es decir, estamos ante un encadenamiento de estudios e intervenciones que, a mi modesto entender, se saltan a la torera los procedimientos establecidos, y desprecian a las empresas canarias del gremio que han hecho magníficas obras de conservación, saneando taludes y laderas tan delicadas como las de El Confital.

Concluimos donde empezamos: unas fuerzas políticas que llegaron pidiendo limpieza y transparencia no pueden tolerar que sigamos cayendo en los chanchulleos. No vale adornar las decisiones administrativas con tecnicismos que no son extraordinarios, ni argumentar el uso de un dron o un escáner para fotografiar las fracturas de los riscos como requisitos excepcionales que sirven para excluir a otras empresas en los correspondientes concursos. Como todo el mundo sabe, lo primero es elaborar los pliegos de condiciones al mínimo detalle, y después adjudicar las obras al mejor concursante, sin conceptos subjetivos que puedan significar discriminaciones de cualquier tipo.