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Miradas

Yo estuve en Alcatraz

Fugarse de una prisión de máxima seguridad es altamente complicado, pero suele suceder y sucede, en la de Altiplano, México -como "México no hay dos"-, se fugó el señor Chapo Guzmán. La rocambolesca fuga se fraguó lejos del penal, exactamente a un kilómetro y medio desde una casa abandonada. Un equipo de obreros bien dirigidos hizo un túnel hasta llegar con total exactitud hasta el departamento de las duchas. Se realizó con tal sigilo y seguridad que nadie de la prisión ni de fuera tuvieron la menor sospecha. El Topo Guzmán, como ya es conocido, pidió permiso al carcelero para ir a ducharse, se duchó y se escurrió por el agujero. Así de simple.

Es la primera vez en la historia de las fugas carcelarias que el evadido no toma ninguna participación directa, físicamente, en su realización. De todos es sabido que el Topo corrió con todos los gastos que ello supuso.

Al fugado no se le atribuye ningún mérito, pero la fuga es de película. Seguro que dentro de poco la podemos contemplar en la gran pantalla. La ya famosa fuga de Altiplano está produciendo dentro y fuera de la prisión más revuelo que un gallo inglés en la granja.

Los presos en general, cuando se produce un hecho de estas características, suelen celebrarlo. Para ellos es como meterle un gol al carcelero por debajo de las piernas. Para la muchachada peatonal, el pueblo llano, adquiere signos de admiración por el morbo que ello produce si pararse a pensar qué delito fue el que le llevó a prisión. Yo siempre he dicho y me ratifico que cada vez que se fuga un preso me alegro.

En nuestro país se han producido varias y espectaculares fugas. En la memoria de todos está la que protagonizó el Lute. Es la más famosa de todas. Todo empezó con un traslado de presos en un tren y el Lute, que hasta ese momento era simplemente Eleuterio, un pobre delincuente medio analfabeto, se lanzó de noche de un tren en marcha y logró fugarse de la Guardia Civil. Más tarde, su ingreso en el penal de El Puerto de Santa María y su célebre fuga de él en una noche navideña. Capturado de nuevo, ingresa en prisión ya como el famoso Lute. Estudió y se hizo abogado, escribió varios libros y recobró su libertad bien merecida.

Su rocambolesca vida fue llevada al cine, interpretando el papel de el Lute el magnífico actor Imanol Arias.

Otra fuga célebre se registró en el penal de El Dueso. Una docena de reclusos, a través del alcantarillado, lograron salir al exterior lejos del penal. Tuvieron ayuda exterior que les cortó los barrotes donde finalizaba el desagüe. Fue llevada a la pantalla por la excelente directora de cine Pilar Miró, quien tuvo muchas trabas para su realización y un enorme éxito en su presentación.

En nuestra ciudad también hubo una fuga. En la antigua prisión provincial de Barranco Seco, conocida popularmente como el Hotel y el Talego, se fugó una noche cortando un barrote y deslizándose con unas sábanas el recluso Juan Falcón Pérez, conocido como el Tripa.

Tuvo tan mala suerte que a la mañana siguiente se cruzó con un funcionario de la prisión, este dio la voz de alarma y fue retenido por unos militares. No estuvo libre ni diez horas. No llegó a ser una fuga de película, ni siquiera un cortometraje, pero tuvo su mérito. Nadie lo había logrado antes ni después, hasta que la prisión dejó de existir como tal.

Al aire del momento me viene a la memoria la fuga de la prisión de Barcelona La Modelo -¿modelo de qué?-, fue una fuga de película... De Otilio, Chapuzas a domicilio. Media prisión sabía lo de la fuga un día antes. Por una abertura del sótano empezaron a salir los presos en fila india, algunos llevando consigo sus enseres. Por las alcantarillas de las calles salían los presos a pares, algunos estuvieron a punto de ser atropellados por los incrédulos automovilistas, hasta que un guardia civil de una garita se percató, disparó al aire dando la voz de alarma.

Por lo que luego se supo, un recluso que ejercía labores de fontanero descubrió el hueco y lo comentó con sus compañeros.

En la década de los ochenta tuve ocasión de visitar San Francisco de California. Cuando yo estuve, al famoso letrero Hollywood le faltaba una letra. Está en las colinas de Santa Mónica y Santa Bárbara, que son los barrios altos económicamente, al contrario que aquí, los barrios altos son los bajos. Desde el Muelle 33 -aquí los muelles, igual que en Nueva York, están numerados- se puede contemplar la isla de Alcatraz con su famosa penitenciaría federal. Desde este lugar se tiene la imagen de una bella postal multicolor, pero según te vas acercando en el transbordador que nos llevaba, el enorme edificio blanco con cientos de ventanas enrejadas se agigantaba, y su aspecto envejecido era de gran impacto emocional.

En el enorme portalón principal de la prisión nos recibió un guía vestido con el uniforme antiguo de los carceleros. En inglés no dijo: "Bienvenidos a Alcatraz" y nos fue enseñando los pormenores del interior. Al llegar al patio vi la escalera donde en la película estaba en lo más alto sentado el Rey Negro, y el actor Clint Eastwood subió los escalones y se sentó junto a él. No resistí la tentación y subí los escalones y me senté en el mismo sitio. Era un sitio ideal para contemplar la bahía de San Francisco.

La famosa fuga de Alcatraz que protagonizaron los tres reclusos no fue la única, pero sí la que más repercusión tuvo en los anales de la historia de las prisiones americanas. Antes, dos reclusos lograron salir de Alcatraz y fueron hallados ahogados en las aguas de la bahía. La prisión de alcatraz fue clausurada definitivamente en 1963.

Saliendo de San Francisco por la costa te encuentras la famosa penitenciaría federal de San Quintín, actualmente la más segura de EE UU. En los años cincuenta y pico y principios de los 60 estuvo recluido y fue ejecutado en la cámara de gas el famoso Bandido de la Luz Roja, Caryl Witier Chesmann. Escribió tres libros: Celda 2455, El rostro de la Justicia y La ley me quiere muerto, los tres fueron best seller. En aquella época era el preso más famoso del mundo. Celda 2455 fue llevada al cine. Pero San Quintín es otra historia, de allí nadie ha logrado fugarse... todavía. Como han podido saber, yo estuve en Alcatraz, La Roca, pero... de visita.

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