La Provincia - Diario de Las Palmas

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Piedra lunar

Discursos eclesiales

El hecho de que Laudato si (2015), una encíclica papal, ocupe durante los tres últimos meses el primer puesto de los libros más vendidos es consecuencia de que su contenido resulta atractivo para la masa de lectores. Y es que más allá de que los líderes espirituales ejerzan una influencia crítica y desmedida sobre sus respectivas feligresías, este texto del papa verde o ecológico incide en la conciencia sobre el uso del gran espacio que es la Creación en todas sus dimensiones. Propuesto así, la gente se lanza a devorarlo. Y esto es una certeza porque la casa común del Planeta con perspectiva ecológica siempre está abierta y necesitada de una reflexión global que marque pautas y consolide los valores proteccionistas que conforman la dualidad hombre / naturaleza. El texto constituye un alineamiento de infinidad de temas (economía, educación, producción, consumo, ciencia, investigación...), con el paraguas del origen divino y la perspectiva de paz, amor y belleza. Sin embargo, obviando el punto de partida mítico, las páginas ponen los pies en la tierra, hablan de la desbocada depredación del hombre sobre la naturaleza que nos ha sido otorgada como escenario vital donde, más allá de su uso, se han cometido abusos que ponen en riesgo la casa común. Al papa verde no se le caen los anillos cuando comenta (VI, II, 211, pág. 188) cómo tenemos que seleccionar los residuos (separar plásticos, vidrios, apagar las luces...), como si fuera un profesor de la ESO. Con ello se pretenden consolidar los valores del humanismo cristiano. Pero enfrente están los hombres del Poder que manejan los hilos económicos del Planeta (las emisiones de CO2, la explotación de las riquezas y la pobreza del Tercer Mundo, la tecnoeconomía...) Y la pregunta es en qué medida un texto que nace con una profunda vocación moral puede cambiar el mundo al carecer de un aparato ejecutor, normas y leyes que lo pongan en práctica. Los líderes espirituales cumplen el rol de establecer pautas bienintencionadas en las conciencias. Como ejemplo cercano leamos el sermón del Pino que cada año se convierte en una pieza oratoria impecable (aunque casi siempre invariable) desde su base teológica. Pero en la bancada de enfrente, además de los creyentes, está el Poder de las islas, sobreatado a las servidumbres económicas que obvian cualquier mensaje que esté impregnado de ética y moral universal. Como no hay una evaluación del tránsito del mensaje teologal al poder civil, todo parece ser una puesta en escena, donde los compromisos no se explicitan, y cada año es una vuelta a empezar.

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