La Provincia - Diario de Las Palmas

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Reflexión

Un don Matías inolvidable

Este año se cumplen 45 de la renuncia de don Matías Vega Guerra a la Embajada de España en Venezuela. Esto significó entonces su abandono definitivo de la política activa, en la que había sido, durante 15 años, presidente del Cabildo de Gran Canaria, dos, gobernador civil de Barcelona y ocho embajador de España en Venezuela.

Sus biógrafos y la opinión pública en general han reconocido y enumerado lo mucho que hizo por el bienestar de Gran Canaria y muchos han sido también los que, de vez en cuando, recuerdan que aún está pendiente que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria le dedique algún espacio público a su nombre, como muestra de agradecimiento a lo mucho que hizo por nuestra tierra.

Tuve la suerte de conocerle y tratarle frecuentemente durante muchos años, hasta su fallecimiento. No puedo decir que fuéramos amigos. Nuestros estatus eran diferentes. Él era el jefe, como presidente del Consejo Directivo de la Caja Insular de Ahorros. Yo era su empleado, como director-gerente de la misma entidad. Este distanciamiento lo mantuvimos siempre, incluso al cesar ambos en nuestros respectivos cargos. No fui su amigo, por tanto, en el sentido íntimo que tiene esta hermosa palabra, pero sí en algunos casos su confidente. Creo, por lo tanto, tener suficiente conocimiento de causa para juzgar algunos hechos de este gran personaje.

Este 45 aniversario me ha avivado algunos recuerdos y, en particular, dos de ellos, que sus biógrafos no suelen incluir como grandes aportaciones en favor de Gran Canaria, pero que a mi juicio sí lo tuvieron como gestos puntuales, que en un momento determinado revalorizaron la imagen preponde-rante, dentro del archipiélago, de la isla de Gran Canaria. Fueron las fundaciones de Prensa Canaria y del Banco de Canarias. Creo que el recuerdo de algunas de las circunstancias de estos dos hechos puede ser del interés para las nuevas generaciones. Pero antes, me parece necesario recordar la coyuntura que vivía don Matías en aquellos momentos.

En el mejor sentido de la palabra, don Matías era entonces el buen cacique de la política ocal, muy bien relacionado con el Gobierno central de Madrid. Curiosamente en aquel siste-ma político dictatorial de ideología única, quiero pensar que no fue por este camino ideoló-gico por el que accedió al poder político, al que obviamente había prestado su adhesión, seguramente, como se dice ahora "por imperativo legal", sino por méritos propios y por su gran personalidad.

Esta "dudosa" procedencia política le supuso a don Matías un solapado enfrentamiento permanente con los "puristas" del sistema, que lo consideraban un arribista aprovechado, cuestión que don Matías trataba con absoluta indiferencia.

Sus grandes valedores en Madrid, don Blas Pérez González, palmero, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona y ministro de la Gobernación que fue con Franco, y don José García Hernández, abogado del Estado, director general de Administración Local, de quien dependía el nombramiento de los alcaldes de toda España, tenían la misma procedencia política.

Una muestra del gran poder político que tenía en Madrid, como he comentado más arriba, fue el conseguir la autorización, cuando ya no era presidente de la Caja Insular de Ahorros, para la creación del Banco de Canarias, cuando hacía veinte y tantos años que el régimen no autorizaba la creación de nuevos bancos en toda España. La sorpresa, en los medios financieros a nivel nacional, fue enorme, pero nadie protestó, seguramente porque el sistema político imperante no lo permitía, pero el nombre del grancanario don Matías Vega Guerra empezó a sonar en aquellos ambientes.

Realmente el nuevo banco no salía de la nada, pues fue solicitado como un cambio de denominación de la Banca Hijos de Don Juan Rodríguez, en la que era partícipe la familia de la esposa de Don Matías. Desde luego, esta fue una argucia técnica para obtener la autorización, pero el Banco de Canarias fue presentado como una nueva entidad, en el que tenía una importante participación de capital el Banco Central.

La Banca de Hijos de Don Juan Rodríguez tenía en aquellos momentos una insignificante importancia financiera en la ciudad. Actuaba como simple corresponsal del Banco Central con una pequeña oficina al principio de la calle de Triana, con un solo empleado y otra, dentro de los grandes almacenes que entonces existían, en lo que es hoy el edificio de la Consejería de Hacienda del Gobierno de Canarias. Era responsable de estas oficinas don Juan González, a quien conocí y traté, que a su vez lo era de aquellos almacenes comerciales de los Hijos de Don Juan Rodríguez. Don Juan González era, a su vez, propietario de la famosa embotelladora del agua mineral de San Roque.

Obviamente, esta operación, como la de Prensa Canaria, fueron iniciativas personales de don Matías, pero que, por la enorme importancia coyuntural que tuvieron, repercutieron favorablemente en la imagen de Gran Canaria.

Otra muestra de la capacidad política de don Matías fue conseguir en 1953 la autorización de publicar el periódico La Provincia por la mañana, que había sido clausurado por el propio régimen durante la guerra civil, cuando tampoco se autorizaba en toda España, espacio que estaba reservado solo para la llamada prensa del Movimiento.

La ciudad siguió entonces con gran curiosidad la gestación de la vuelta de la publicación de LA PROVINCIA, cosa que parecía imposible. Para ello creó la editorial Prensa Canaria, que englobaría al Diario de Las Palmas con LA PROVINCIA, en colaboración con Eufemiano Fuentes, el poderoso industrial tabaquero, que por cierto duró muy poco tiempo como socio, pues antes incluso antes de que saliera a la luz pública el nuevo periódico, Eufemiano prefirió abandonar el proyecto, pues, según sus propias palabras (tenía un carácter muy fuerte y dominante): "No quiero enfrentarme algún día con don Matías" (que no lo tenía menos).

Esta operación supuso la compra de parte de las acciones de los herederos de don Gustavo Navarro Nieto, fundador de LA PROVINCIA en 1911.

Don Matías dio un par de pasos más atrevidos, que nos dejaron a nosotros, los observadores, perplejos. Nombra director del resucitado periódico a don Pedro Perdomo Acedo, veterano periodista grancanario, poeta muy querido, pero era vox populi que no le tenía la menor simpatía al imperante régimen político de aquellos momentos. Fue famosa una frase suya, que todos interpretamos como una crítica al sistema, que había colado en algún artículo poco antes: "Cuando los políticos no sudan". Pero para que no hubiera dudas sobre los propósitos de la nueva publicación, nombra administrador general de la misma a Juan Antonio Junco Toral, otro brillante periodista canario, que estuvo exiliado en México, exdiputado socialista. Los "puristas" del régimen se miraban asombrados, pero los censores oficiales autorizaron los nombramientos que, obviamente, había negociado don Matías previamente.

El día de la reedición de LA PROVINCIA con un nuevo formato imitando a La Vanguardia de Barcelona, el periódico con mayor prestigio entonces en toda España, con la portada y contraportada con papel satinado, presentación que no duró mucho tiempo, seguramente por su elevado coste, fue todo un lujo y un pequeño acontecimiento local.

Cuando don Matías cesa en 1962 como presidente del Cabildo y por tanto de la Caja Insular, y se ausenta de Las Palmas para hacerse cargo del Gobierno Civil de Barcelona y posteriormente de la Embajada de Venezuela, deja al frente de sus dos obras preferidas a dos jóvenes profesionales, como hombres de su confianza, que son recibidos con el beneplácito de toda la ciudad de Las Palmas. A Jesús Gómez Rodríguez, como director del Banco de Canarias, y a Tomás Hernández Pulido, como administrador único de Prensa Canaria. La opinión pública valoró positivamente el gran gesto de don Matías, de promocionar a dos jóvenes muchachos, escasamente conocidos entonces y que cumplirían sobradamente en el futuro las expectativas de don Matías y de la sociedad canaria, en lugar de recurrir al viejo procedimiento de elegir veteranos carcamales.

Don Matías había tomado en el Cabildo como colaboradores inmediatos a Jesús y a Tomás, a despecho de otros empleados más veteranos incluso de la plantilla nacional, por lo que conocía perfectamente la valía de ambos. La administración insular, con este traspaso, perdió a dos buenos funcionarios pero la sociedad civil ganó a dos grandes empresarios.

Con independencia de la posterior evolución histórica de estas dos creaciones de don Matías, solo el hecho de su propio establecimiento, marcaron dos hitos en aquellos años difíciles y opacos, que despegaron en consideración a Gran Canaria del resto de las islas del archipiélago. ¡Gran Canaria tenía su propio banco y un moderno periódico matutino, único en España!

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