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El más grande entre los grandes

He de reconocer que me he equivocado con Pau Gasol. Pensaba que con 35 años las motivaciones de un deportista que lo ha ganado casi todo en su carrera disminuían, que ese poder de competir decrecía. Sin embargo, a Pau Gasol no parece que eso le vaya a ocurrir nunca, como nunca me dejará de asombrar la consistencia tanto física como mental que posee.

Por eso, en este Eurobasket ha conseguido ser el Pau Gasol de siempre, el que se espera en las grandes citas. Si había alguna duda con él, ya no las habrá jamás: es el mejor jugador de baloncesto español de toda la historia. Pero no sólo del baloncesto nacional, sino también el mejor jugador de Europa. En lo único que no me atrevería a decir que ha sido el mejor europeo es en la NBA, y no por sus condiciones o rendimiento, sino porque ha habido otros extraordinarios jugadores en esa competición, mejor liga del mundo del baloncesto.

Porque en el viejo continente, Pau Gasol supera en dominio a otras leyendas como Sergei Belov o Drazen Petrovic. Nadie tiene la categoría de líder que ha conseguido el de Sant Boi con la selección española. El último ejemplo está muy presente en este Campeonato de Europa. En los momentos más difíciles del torneo, ha conseguido arrastrar, caminar y conducir al equipo a la victoria, en el parqué y fuera de él. No hay más que ver cómo han hablado cada uno de los jugadores de la selección del señor Pau Gasol.

Los líderes en los equipos no se imponen, brotan. Ese liderazgo en la selección que ha logrado el catalán ha sido producto de una selección natural. Es el referente por antonomasia -sin querer serlo- de un grupo único, que comenzó a fraguarse en aquel Mundial Júnior de 1999, donde curiosamente, Pau Gasol no era el líder indiscutible que es hoy. Otra muestra más de la constancia infinita que ha tenido a lo largo de su carrera.

¿Y qué sería de los equipos sin los líderes como Gasol? Pues que no se podrían entender cotas de excelencia como éstas. En el equipo es la cohesión esté quien esté en el parqué, sea la primera, la segunda o la tercera unidad de la plantilla. En este sentido, Gasol lo hace con un compromiso y un entusiasmo fantástico. Porque eso es otra cosa a agradecer, su inestimable apego a la selección española. Siempre que ha podido, ha querido estar con esta familia que forma este grupo. Una fórmula para entender del deporte de equipo que además, ha dado resultados con la selección.

Dentro de la cancha poco más se puede decir de las exhibiciones que le hemos visto dar en este último torneo. Como el buen vino, cada vez está mejor y, por ende, cada vez juega mejor. Además de su indiscutible labor en ataque, suma en la defensa. Con un extra que es fruto de la educación, porque es todo un caballero. Ni se inmuta ante las provocaciones de la grada o de los adversarios -como las que ha tenido en este Eurobasket-. Un ejemplo de liderazgo y deportividad de los que muchos deberían empaparse en su día a día.

El único pero que le puedo poner a Pau Gasol es que no sea eterno. Ahora, con 35 años, sólo podemos pensar en que, nos dure lo que nos dure, disfrutamos y disfrutaremos de él. Porque cuando apareció pensamos que teníamos a nuestro Dino Meneghin o a otra referencia como Fernando Martín. No obstante, Pau Gasol ha conseguido superar todo eso para levantarse como un monumento del país, o más bien como un patrimonio nacional. Dicen que es un extraterrestre, pero más bien debió ser concebido en un universo paralelo. Porque, quizás hoy no nos demos cuenta -y por ello deberíamos empezar a reconocerlo ya- pero siempre habrá un antes y un después tras la llegada de Pau Gasol. Es el más grande entre los grandes.

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