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Rubén Reja

El análisis

Rubén Reja

Explosión migratoria

El fenómeno migratorio no es nuevo. Ha existido desde siempre. Los primeros pobladores de la tierra afincados en África se fueron desplazando hacia el resto de continentes a través de grandes migraciones durante miles de años. Los éxodos demográficos, siempre cíclicos e imprevisibles, se han repetido a lo largo de la historia, y se seguirán produciendo. En el caso de España, miles de ciudadanos saltaron a Alemania en busca de una vida mejor o en el caso del Archipiélago, muchos canarios emigraron a Venezuela y Cuba para forjarse un futuro. Pero la explosión migratoria que sacude Europa ha desbordado todas las previsiones. La oleada de embarcaciones africanas reventadas de personas, a veces rumbo a la muerte, han quedado en un segundo plano ante la huida de miles de sirios de un país en guerra. Todo ello lleva a la conclusión de que la migración es un tema incómodo, ya nada inusual, y que origina inestabilidad. La mayoría de los implicados (léase gobiernos, expertos, organizaciones internacionales...) parecen haber seguido las recomendaciones de Milton Friedman cuando decía que "sobre inmigración, cuanto menos se diga, mejor". Las autoridades competentes tratan ahora de reaccionar ante un problema que es de todos y que hay que repartirse en forma de cupos. Una medida que debería estar regida según la capacidad económica de cada país / región, sus índices de paro y la densidad de población.

En el otro extremo están los países del golfo Pérsico que sólo aceptan sirios con alto poder adquisitivo. Pero, en el caso que nos toca es inviable que Canarias con un paro del 30% y una superficie fraccionada y limitada pueda soportar grandes cargas migratorias. No es cuestión de insolidaridad sino cuestión de no originar polvorines sociales. En el supuesto de que los refugiados sirios tuvieran un alto nivel de formación también sería un problema, ya que son muchos los residentes canarios formados que se han visto obligados a salir fuera de las Islas para trabajar.

La idea última de la migración es hallar un lugar que mejore el nivel de vida de los desplazados en el sentido más amplio del término, pero salvaguardando su cohesión social con la población receptora. El bienestar de todos está en juego. Ojo, que las Islas siempre han sido referente de solidaridad. A modo de ejemplo, los cientos de niños saharauis que cada verano son acogidos como verdaderos hijos en el seno de familias canarias. Como dice una buena amiga, no nos queda otra que acoger a refugiados, sobre todo porque en una isla todos somos inmigrantes de una u otra manera, y eso se siente.

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