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El volcán de en medio

Junqueras y Margallo... 'amigos para siempre'

Quedará para la historia la entrevista realizada, días atrás, por Onda Cero donde Mariano Rajoy Brey da toda una lección de desconocimiento legislativo, con el rostro desencajado al verse superado por un entrevistador con la tarea bien preparada y la profesionalidad sobre la mesa. Por si algunas dudas albergaban sobre el capitán del Barco España, el pasaje y la tripulación buscan refugio en la capilla, creyentes o no, ante la certeza de que llevamos rumbo incierto de colisión en alguna parte, en algún tiempo, por cualquier causa. Aquello de que "otros vendrán que bueno te harán" se vuelve certeza cuando hablamos de los inquilinos de La Moncloa. Las presiones ejercidas desde Presidencia en todos los niveles, patronales, banqueros, instituciones internacionales... sólo han servido para aglutinar, aún más, el voto independentista. Las torpezas caminan por los pasillos de palacio.

José Manuel García-Margallo y Oriol Junqueras, frente a frente en un debate que comenzó con la nave moderadamente escorada del lado del independentismo. Sólo el hecho de que se produzca da idea de la trascendencia de estas elecciones. Un formato moderado en las formas y unos contendientes atrincherados en la incongruencia de sus programas difíciles de sostener. Visto con recelo desde Génova, donde las posturas son mucho más numantinas que las de un ministro con mayor talla intelectual y más tolerante que la de su candidato, Xavier García Albiol, extraído de las cavernas fundamentalistas del partido y con rasgos xenófobos claros. Todo un canto a la derrota sin paliativos, que ya dan por amortizada en el PP que trata de agrupar los votos más españolistas dejando vía libre a Ciudadanos, posible vencedor de la otra orilla y marca blanca de la derecha, que ya no cuenta con Rajoy, un portento a la hora de explicar lo que supone un vaso o el tamaño de los platos (casi recuerda aquellos añorados tiempos de Epi y Blas).

Por su parte, el líder de ERC reivindicó una declaración de independencia con el mantenimiento de todos los acuerdos, y a voluntad de los ciudadanos catalanes que mantendrán la nacionalidad española, a la par que la europea, convencido de inexistencia de fronteras: "Ninguna de las dos partes estaría interesada en ello" afirmando la fortaleza económica de los "Estados pequeños". Una independencia a la carta, de bajo perfil, sin la pérdida de ningún atributo y soslayando una senda inexistente -nadie está dispuesto a apoyar su apuesta más allá de los Pirineos-.

Para Margallo es "absurdo tener una república independiente con 7,5 millones de personas de nacionalidad española". Afirmó que en la ONU no cabría una Cataluña independiente ya que los actores internacionales estarían en contra de la secesión. Naturalmente, Junqueras contrapuso el argumento de "la presión, insistencia e intercambio de favores" del Gobierno de Rajoy. Debate de guante blanco, con elogios mutuos, si bien algo claro se respiraba en el ambiente: un fuerte olor plebiscitario.

(*) Arquitecto técnico

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