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Valsequillo

Festividad de San Miguel

De nuevo llega la noche de San Miguel, día grande y festivo en Valsequillo. Más de tres siglos han pasado desde que se edificase la ermita en honor al Arcángel San Miguel y la localidad quedase identificada con este hecho, pues su transformación en parroquia sirvió para separase religiosa y administrativamente de Telde, en 1800 y 1802, respectivamente. La noche, primero de oscuridad y luego de luz y fuego, en los últimos años se asociaba a la Suelta del Perro Maldito, hasta que la tragedia, aún recordada y lamentada, supuso un vuelco que marcará un antes y un después en su celebración.

Aunque fue el canónigo don Mateo Tello y Casares quién estableció la advocación definitiva a San Miguel, hay referencias de que ya se tenía cierta veneración por el Arcángel en la antigua jurisdicción parroquial de Telde y así, en 1518 Gregorio Hernández del Toro dejó, en una cláusula testamentaria, una imposición a cargo de tierras y agua, en favor de la iglesia parroquial de San Juan Bautista, para decir un aniversario cantado el día de San Miguel. A partir de la segunda mitad del siglo XVII la población aumenta considerablemente y un importante número de personas, vecinos de las medianías y bajo la jurisdicción parroquial de Telde, tienen dificultad para conseguir el auxilio espiritual dada su lejanía hasta la parroquia. Es esto lo que mueve a don Mateo Tello y Casares a edificar una ermita para beneficio de los vecinos de Tenteniguada, Las Vueltas, La Breña, Valle de Casares y Valle de los Nueve, que elijen como lugar de ubicación, por ser el más conveniente a todos, Valsequillo, hecho éste de suma importancia pues así, de manera consensuada, deciden cuál será su lugar de referencia y reunión, lo que a la postre dará a Valsequillo su importancia y capitalidad. En 1670 se comenzaron las obras de la ermita, en un terreno cedido por Simón Pérez, que no concluirán hasta dos años más tarde, aunque la Santa Misa ya se celebraba en Valsequillo, en un altar portátil colocado en la vivienda particular de Juan Macías. Fue el 15 de septiembre de 1672 cuando de bendijo la ermita y se dijo la primera misa en ella por el propio don Mateo Tello y Casares.

El culto en la ermita de San Miguel se asegura y mantiene con donaciones diversas. La primera de ellas es a través de una capellanía fundada por el propio canónigo Tello y Casares pero al poco tiempo, serán los frailes del convento franciscano de Telde los encargados de decir la misa de los domingos y días festivos, a cambio de una limosna, que aportan los vecinos, de 350 reales al año. Las misas en la ermita de San Miguel se acrecientan debido a imposiciones y fundaciones y así, en 1694, el vecino de Las Vegas de los Mocanes, Domingo González impuso por cláusula testamentaria, entre otras, una misa perpetua el día de la Aparición de San Miguel Arcángel, con una renta de 10 reales, asignando ciertos bienes para su cumplimiento. En 1732, en el patronato de legos que fundó el matrimonio formado por Fernando Sánchez y Beatriz Gutiérrez, vecinos de Valsequillo, impusieron diez misas rezadas, en la ermita de San Miguel, a decir cinco en su altar y otras cinco en el de Nuestra Señora del Rosario. En 1734, Don Luis de Arbonier y Arostegui, vecino de la ciudad de Las Palmas, en su capellanía colativa, dejó impuestas, durante cinco años, todos los domingos y días de precepto, misas a decir por el capellán, tasadas a tres reales por cada una y que debía sacar del beneficio de unas tierras de parral y viña con que estaba dotada la capellanía, obligándose también a tener adecuadamente proveída la ermita de ornamentos. El 10 de octubre de 1800 la ermita de Valsequillo se convirtió en parroquia y entre 1804 y 1806 Luján Pérez realizó la imagen del Arcángel San Miguel que actualmente preside las fiestas.

La festividad de San Miguel, incluida su procesión y ceremonia solemne, comenzó a celebrarse en 1672, año en que se bendijo su ermita y para ello el beneficiado de Telde hizo un convenio con los vecinos de Las Vueltas de los Mocanes, para hacer toda la función por un importe de 44 reales, que se repartían así: por la misa y los ministros, 14 reales; por el sacristán menor, 3 reales, por cuatro capellanes, 16 reales; por los mozos de coro, 3 reales y por la procesión 8 reales. La procesión se mantuvo de manera más o menos inalterable, tan sólo variaba el número de capellanes asistentes, entre dos y cinco. En 1680, el beneficiado de Telde perdonó el gasto y en años siguientes se observa que es sustituido, en algunos casos por frailes. En 1693 el importe de la fiesta de San Miguel asciende a 55 reales de los que 29 van a parar al beneficiado de Telde, aún así la presencia de frailes, sustituyendo a los capellanes, cada vez es más constante. En 1706 la procesión no se realizó y, sin saber las causas, ésta se pospuso hasta el 9 de enero de 1707, año en que, por tanto, hubo dos festividades en honor de San Miguel, la referida y la de su propio día el 29 de septiembre. La última procesión en honor de San Miguel que reflejan los libros parroquiales de Telde fue la de 1710, y posiblemente se deba a la cesión que de esta función hizo la parroquia a favor de los frailes franciscanos.

La luz y el fuego en la noche de San Miguel no es costumbre reciente, pues ya en 1799 Salvador Martel Rodríguez, vecino de Las Vegas de los Mocanes, en su testamento declaró deudas espirituales y entre ellas dejó constancia de deber al Arcángel San Miguel de Valsequillo y su función, un árbol de fuego que le había ofrecido, por lo que entendemos que esta costumbre ya era usual y se mantuvo a través del tiempo pues en las cuentas parroquiales de Valsequillo, de finales del siglo XIX, ya se anotaron gastos en fuegos artificiales.

Otro año más, y en el tránsito de la noche del 28 al 29 de septiembre, la tradición se repetirá, recordando la vieja folía que dice: La Noche de San Miguel / a tu ventana toqué / no te abro, está suelto / el Perro de San Miguel.

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