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Mas repite entusiasmo (insuficiente)

Las fuerzas independentistas, Junts pel Sí y la CUP, se impusieron ayer en Cataluña en número de escaños -que no de votos-, pero perdieron, respecto a los comicios de 2012 -también autonómicos, pero entonces no plebiscitarios-, dos diputados. O sea, que después de tres años de enfrentamientos con el Gobierno de Rajoy, estructuras "de Estado" hechas de aire y tendidas en el aire, un remedo de consulta en el que pudo votar hasta Edgar Allan Poe e innúmeros (demasiados) pronunciamientos del Tribunal Constitucional, Mas y Junqueras repiten entusiasmo y mayoría, pero insuficiente.

El entusiasmo lo apreciamos en la comparecencia de anoche del presidente de la Generalitat. De lo que más presumió el líder de Convergència fue del histórico dato de participación, cercano al 76%, y de que esa gran afluencia a las urnas confirmara el carácter plebiscitario de la cita.

De poco más pudo alardear Mas, porque, lejos de ganar escaños, los perdió. Convergència, ya sin Unió, que no obtuvo representación, y aliada con ERC en el seno de Junts pel Sí, se hizo con 62 asientos, nueve menos que en 2012, cuando CiU cosechó 50 y los de Oriol Junqueras 21.

Puestos a pegarle etiquetas, la mayoría claramente insuficiente obtenida ayer por Junts pel Sí puede ser "desacomplejada", como la definió el siempre entusiasta Francesc Homs, pero, desde luego, no "excepcional". Y si de algo sirvió la alta participación en que se tradujo tal exaltación electora fue de freno, como ya se preveía, a un mejor resultado para el nuevo invento de su jefe, seguramente el mandatario que menos ha legislado en la reciente historia del Reino.

Visto así, el carácter plebiscitario que Mas quiso imprimirle a estos comicios puede volverse en su contra. Sobre todo, porque la obligación de contar con la CUP para seguir adelante con el "procés" amenaza con descabalgarle del puesto de "investible", dada la animadversión que los de Antonio Baños le profesan. No alcanzo a imaginar cómo podrá atraerse Mas a los de la CUP, que aparte de verle como una rémora del pasado y un apestado del pujolismo, tendrán que respetar su máxima de que una mayoría de diputados sin una mayoría de sufragios no es una verdadera mayoría.

Es decir, que con menos de un 48% de votos a favor de la independencia no se puede declarar la independencia. ¿O desde hoy sí? ¿Mejor con Romeva?

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