En otros tiempos no tan lejanos la opinión pública era la que marcaba la pauta a seguir en orden al progreso del puerto de La Luz en todos los aspectos. Si se proyectaba una obra que no satisfacía a la colectividad, por tener un horizonte demasiado estrecho o que no cumplía las exigencias de un recinto en completa expansión, se creaban comisiones por todas las fuerzas vivas y se viajaba a Madrid exponiendo razones para convencer a los responsables de las últimas decisiones de que había que rectificar para sintonizar con las verdaderas aspiraciones del pueblo grancanario en torno a su recinto portuario.
Pero de unos años a esta parte solo los técnicos y políticos que constituyen el consejo de administración de la Autoridad Portuaria son los que toman las decisiones de espaldas al sentir del pueblo canario. Si hay información pública de un determinado proyecto casi pasa desapercibida y cuando la obra ya está adjudicada y en marcha por el capricho de unos pocos se rectifica y aquí no ha pasado nada. Eso ocurrió con la prolongación del espigón del Reina Sofía "porque tapaba el horizonte de la ciudad" y lo que era un kilómetro de longitud se quedó en la mitad y, lo que es más grave, el puerto perdió unos cuantos millones al tener que indemnizar a la UTE que realizaba la obra.
Al final nadie es responsable y otra vez a empezar, porque ahora la Autoridad Portuaria vuelve a retomar la obra, pero sin tener financiación, para dar resguardo a la terminal de contenedores de Opcsa, ya que se corre el riesgo de que los nuevos dueños mayoritarios de la citada instalación no cumplan con sus proyectos de incrementar la actividad. Como vemos, un grave error que se paga muy caro, protagonizado por los políticos y técnicos de unos tiempos no tan lejanos, que tienen nombres propios.
