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Crónicas galantes

Ganó 'Gran hermano'

Discutían esa otra noche los sabios de la tele sobre el sexo, el género y el número de los votos emitidos en Cataluña; pero en realidad el debate más visto fue el de Gran Hermano. Telecinco obtuvo la mayoría relativa de la audiencia y bien podría haber ganado la absoluta si a sus programadores les diera por emitir Sálvame. Por más que Mas y sus colegas se pongan estupendos, esto es lo que hay.

Con un 16,8 por ciento del total y 2.327.000 espectadores, la victoria en las pantallas del Big Brother fue incontestable en la noche del domingo. Tan solo se le acercó el debate electoral de La Sexta, con su share del 12,2 por ciento. Ya a gran distancia quedaron los programas especiales de Antena 3, la 1 y Cuatro, que apenas rebañó un 3,7 por ciento de apoyo popular.

Parece lógico. El de la independencia es un asunto abstracto para las grandes masas españolas que siguen los mucho más interesantes programas del cotilleo o los avatares en el zoológico de Gran Hermano. Por no hablar ya del fútbol, que suele reunir todos los fines de semana a varios millones de espectadores ante la pantalla (y pagando, que tiene más mérito).

Algo de esto habían intuido los promotores de la candidatura por la soberanía de Cataluña cuando ficharon a la tertuliana de Sálvame, Karmele Marchante, para que le pusiera corazón y un poco de marcha al árido asunto de la autodeterminación de los pueblos. Marchante había salido en Interviú ataviada con los colores de la senyera, pero esta contribución a la causa, con ser notable, no bastó para que el triunfo de los independentistas fuese todo lo arrollador que deseaban.

Hay que admitir que los partidarios de la separación lo pusieron todo sobre la mesa de mus en la que habían planeado lanzar su órdago a la grande. Recurrieron al fútbol, mediante la adhesión del Barça, y al cotilleo, con Karmele como estandarte. La fórmula parecía infalible, aunque por algún incomprensible motivo no resultó suficiente.

A la hora de la verdad -que es la de las audiencias-, el debate de Gran Hermano eclipsó a los diez o doce ofrecidos por las otras televisiones en la creencia un tanto abusiva de que la política atrae al público. Eso no ocurre, en realidad, desde los tiempos en que solo había dos canales y, aun así, José Luis Balbín debía recurrir a la emisión previa de una película para que La Clave, su debate sobre asuntos políticos, se alzase con la mayoría de los telespectadores.

Ahora que la TDT multiplica las opciones, la verdadera mayoría silenciosa se expresa mediante el voto del mando a distancia. Y el recuento de cada jornada arroja, día sí y día también, una pertinaz mayoría a favor de los tronistas, los cotilleos, los clásicos Real Madrid-Barcelona y los programas de Jorge Javier Vázquez, con Belén Esteban en el papel estelar.

Así se explica que la trascendental noche del domingo, en la que se jugaba nada menos que el nacimiento de un nuevo Estado en Europa, pasara inadvertida para los dos millones y pico de televidentes enchufados al Gran Hermano. Más que Mas, el verdadero ganador en las pantallas fue el claustrofóbico programa de Telecinco.

Será que a los dueños del mando de la tele lo de la independencia les suena, como mucho, a un anuncio de Ikea y ya se sabe que la publicidad invita a cambiar de canal. Igual Mas tendría que recurrir a Belén Esteban como último argumento.

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