El emblema de Volkswagen que presidía el centro del Estadio Gran Canaria antes de iniciarse el partido era ya todo un símbolo premonitorio de que la UD Las Palmas podía tener problemas de gases. Y así fue. No carburó bien el conjunto de Paco Herrera pese a que contaba con 18.577 razones, casi todas de amarillo, para acreditarse con una victoria frente al Eibar. "Hoy vamos a sufrir", paseaba por los palcos Javier Angulo ya la UD con un gol a cero en contra. No se equivocó, el sufrimiento de la afición amarilla ha sido evidente. Y es, con dolor. Así como en Sevilla una victoria sobre el Barcelona supone más de tres puntos, y una dosis excepcional de moral, en Las Palmas de Gran Canaria, una derrota con el Eibar en esta alocada Primera División también significa más que los tres puntos en juego. "Es una final", había dicho Viera. El espectácu-lo, desde el inicio, tuvo aire pesaroso. El graderío en obras, con los asientos vacíos y los espacios incompletos, añade a un terreno de juego desastroso un aire un tanto fantasmal, que incrementa el sufrimiento, cuando el marcador está en contra. Con Merino González y Zoco en el recuerdo, el balón rodó casi siempre a favor de los vascos. Por cierto, con una estimable hinchada en el graderío que se creció y dejó oír casi tanto como los tranquilos y apartados seguidores de la Ultranaciente. Sebastián Pulido, director general de Mahou en Canarias, era de los que contemplaban el encuentro estimulado por las cinco estrellas de la marca de cerveza que patrocina la Liga y se reflejaban entre ocasión y ocasión en los luminosos publicitarios. "Hay una buena foto", sugería desde la distancia del palco cuando el rojo de la cerveza subía por la banda. Pulido no sufría tanto como Javier Angulo, o bien la procesión iba por dentro. El fútbol siempre es buen motivo para tomarse una Mahou, pero la UD Las Palmas no terminaba de remontar. Todo lo contrario. Alguno de los delanteros, de cuyo nombre hablan otros cronistas en estas páginas, daba la impresión de estar más desorientado que cuando toma demasiadas cervezas de madrugada. De nada sirvió tampoco que se estrenara una mascota nueva. Pese a buscar una firma de Europa que trabaja con la NBA para preparar un nuevo animador, un flamante emblema amarillo con piernas y pico, no hubo talismán. Y nada evitaba el sufrimiento. Javier Angulo, que se mantenía doliente, pedía tiempo e invocaba una brillante idea de la Liga de Fútbol en la que se podía leer que "los partidos en Las Palmas duran más de 90 minutos". Lo decían por el éxito que está cosechando la Fan Zone, iniciativa que ya quieren reproducir otros equipos de Primera. Pero sólo es un buen reclamo comercial, un agudo titular. El respetable que su-fría por el segundo gol del Eibar empezó a abandonar el estadio en el minuto 80. Aunque bien pensado, el partido se va a prolongar muchos minutos más. La derrota de ayer no va a quedar así. Javier Angulo no dejó de sufrir y aunque promete sorpresas en la Fan Zone, donde más se necesitan es sobre el terreno de juego. stylename="050_FIR_opi_02">fcanellada@epi.es