La Provincia - Diario de Las Palmas

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Piedra lunar

Bentayga iluminado

A veces los temas se encadenan de tal manera que la columna de una semana puede tener su continuidad en la siguiente a pesar de los 15 días que median entre ambas. En la anterior aludíamos a Laudatio si, encíclica papal que no deja de crear inquietudes y controversias. Los aspectos medioambientales centran las propuestas bergoglianas, lo que llevado a los creyentes a seguir sus postulados. El eje doctrinal es la ecología, aduciendo que la alteración de la naturaleza debería atenuarse. Aunque una cosa es predicar y otra dar trigo, el texto ayuda a orientar nuestras posturas depredadoras, para conservar la casa común de nuestro planeta. La austeridad, el consumo, la agresión a la naturaleza, todo ello invita a la reflexión. Y decimos esto porque justamente en estos días en que el popular libreto verde camina por los despachos de las autoridades locales y genera artículos como "Razón y fe para defender la tierra" (13.09.2015), firmado por autoridad isleña de arraigadas convicciones ecológicas, se produce la incoherencia de no posicionarse de manera rotunda frente al proyecto de iluminación con luz artificial del roque más emblemático de nuestra isla: el Bentayga. El hecho ya está consumado. Se han realizado estudios técnicos con detalle. Sin embargo, la pregunta es si se considera necesario llevar a cabo un hecho como este. Quienes hemos vivido los perfiles de los roques cumbreros en toda su trayectoria diaria, desde el céfiro matutino, los primeros rayos del sol, el dorado de la tarde, la tenue luz del crepúsculo, la mole iluminada por la luna o arropada por neblinas, hemos visto los fenómenos de la naturaleza enhebrados en la roca. La geología tiene su propio lenguaje. Pero parece que el hombre tiene que ir más allá, llenarla de artificio, meterle unos cuantos miles de vatios para decirnos hasta dónde llega la técnica. Así estamos convirtiendo la Isla en un campo temático. Protegemos por un lado y agredimos por otro. En las paredes del padre Bentayga anidan pájaros, tórtolas y palomas, que dormitan en sus covachas. Pero cuando se le da al interruptor, el haz de luz altera su sueño aunque sea por pocas horas y unas jornadas cada año. La bomba de Hiroshima llevó a Alberti a escribir: se equivocó la paloma/ se equivocaba, / creyó que el norte era el sur / y la mar la montaña. Una denuncia en versos universales del desorden biológico que causó aquella tragedia. ¿Era necesario iluminar el misterioso Bentayga? Un repaso a Laudato si no nos vendría nada mal, antes de que surjan proyectos para iluminar el Roque Aguayro o el cráter de Bandama.

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