En ocasiones vemos en televisión programas donde se trabaja con grupos de jóvenes de temprana edad (menos de 10 años) y se les enseñan diversas actividades donde se mentalizan y disciplinan para un correcto comportamiento y responsabilidad en el futuro: los llevan al campo, granjas, animales, etc. He visto uno recientemente donde les llevaban a limpiar una playa que habían dejado sucia los bañistas; no supuso para ellos un trabajo, al revés, fue una forma de distracción, o casi un juego, como así lo expresaban contentos y satisfechos. Pero, lo más importante es que, sin darse cuenta (y aquí la razón de estas experiencias) van adquiriendo el hábito de las buenas costumbres, y de una ética y moralidad dentro de una sociedad: jamás serán ellos los que ensucien una playa, o cualquier otra zona de uso común, como podrían ser las calles de Madrid. Manuela Carmena, que nunca pasó por una experiencia semejante, ha dicho que los estudiantes deberían limpiar las sucias calles de la capital, no sólo porque cree que la manchan ellos, sino porque, además, serviría para educarlos y mentalizarlos en el futuro. Carmena se equivoca totalmente: ese momento de educación natural pasó ya por ellos años atrás, y ahora la reacción sería la contraria, es decir, la lógica incomprensión, el rechazo y la crítica más profunda a la irresponsabilidad del gobernante. La obligación de limpiar hoy Madrid es de Manuela Carmena a través de un adecuado servicio de limpieza municipal, o, como contestó un estudiante al ser preguntado por su opinión, que lo limpie ella.