En el episodio trece de la tercera temporada de El ala oeste de la Casa Blanca, titulado La poetisa laureada de los Estados Unidos, casi no ocurre nada pero ocurre de todo. Por ejemplo, el adjunto al jefe de gabinete del presidente se embelesa con un primitivo foro de debate en la red y le pasa lo que le tiene que pasar. Estaban, los protagonistas, en 2002, pero el guionista fue capaz de anticipar toda la mierda y la psicopatología permanente que se nos vino encima cuando aparecieran las redes sociales, lo cual tiene mucho mérito. Y como casi siempre escribo siguiendo una formación muy latina, lo uno lleva a lo otro, recordé que este va a ser el primer curso escolar en el que filosofía ocupe un lugar marginal en los programas de bachillerato. Mucho se ha escrito ya sobre este disparate, igual que se escribió de la marginación, casi desaparición, del latín y del griego. Por eso renuncio a recopilar argumentos estratégicos muy esgrimidos frente al pragmatismo reinante. ¿Para qué sirve la filosofía? Vuelvo al ala oeste y me encuentro a un profesor de física que va a pedirle ayuda a su antiguo alumno, ahora responsable de comunicaciones en la Casa Blanca. Su ruego es que haga todo lo posible para rescatar un presupuesto aparcado para la construcción de un acelerador de partículas. Su exalumno le pregunta acerca de las aplicaciones que tendrá en la vida de las personas conocer el origen de la materia, y el profesor le responde que ninguna. Como tampoco las tuvieron, de manera inmediata, los rayos X o los antibióticos. ¿Para qué sirve la poesía? Para que haya poetas, hombres y mujeres, ¿les parece poco? Lo mismo que la filosofía debería servir para que haya filósofas, pero hay pocas, ha habido pocas, lo que puede llevar a pensar que el saber intransitivo es un territorio que históricamente ha sufrido discriminación. Poner como principio validador máximo la utilidad práctica de las cosas, en el sentido más material del término, puede llevar a confusión y, sobre todo, a la ignorancia. Ocurre ahora que ese principio está viviendo su mejor época, quizás por la crisis económica, quizás porque es consustancial a nuestro modelo de sociedad, quizás porque todo lo demás a la gente le da mucha pereza. Todo lo demás significa paciencia, reflexión, duda, y eso también da miedo. Será mejor volver a El ala oeste de la Casa Blanca.