Dice BBVA, en su análisis de la economía canaria, publicado en este mismo periódico el pasado mes de abril, que, respire hondo, para regresar a las tasas canarias de desempleo del 10 por ciento previas a la crisis habría que esperar hasta 2025 o 2026 y siempre que se mantuviera hasta entonces un ritmo de crecimiento anual en el entorno del 2 o 2,5 por ciento. ¿Saben lo que es eso? Un imposible. Algo tan utópico como decir que el Pentágono abre una sucursal en Cardones, un suponer.
Hablamos de un territorio donde, en la etapa expansiva más reciente (1998-02), tuvo un aumento de precios de la vivienda del 91%, de acuerdo con el Banco de España. ¿Y algo más? Tenemos los canarios una deuda pública de 6.483 millones, el 15,3% del PIB canario. 1.630 con las instituciones financieras. Fatal.
Por eso, en pocos meses, tendremos las elecciones más importantes desde que vivimos en democracia. Los cambios vertiginosos que están surgiendo en todo el mundo afectan a la estructura social y política de toda Europa. En España vivimos la mayor crisis económica y social de los últimos 30 años. La aparición de nuevas fuerzas políticas, la desafección de la sociedad con las instituciones, los desequilibrios sociales con un mercado canario que lidera las tasas españolas de desempleo hacen que la situación sea inestable e imprevisible, hasta para los mejores estadistas y sociólogos del país.
El PSOE se lo juega todo las próximas elecciones, pero también la sociedad española se juega su futuro en ellas. Por eso el nivel de indecisos que vemos en todas las encuestas es cada vez mayor. El panorama político que surgirá de las urnas tras la próxima convocatoria del 20 de diciembre es muy impreciso pero ya se adivina que la multiplicidad de fuerzas políticas será la nota predominante. Y esto es necesario porque 4 años más de Gobierno Mariano, aquel que ha dicho que discute con su hijo por leer en el desayuno el diario deportivo Marca en La Moncloa, no pasa una prueba del algodón.
