El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, en su discurso de celebración del 40 aniversario del Patronato de Turismo de Gran Canaria defendió la apuesta de su grupo de Gobierno por un cambio profundo en el modelo turístico de Gran Canaria. Morales planteó un turismo sostenible que cambie el rumbo iniciado en plena dictadura, un momento histórico en el que la sociedad vivió con impotencia los últimos fusilamientos del franquismo y la posterior transición a un estado democrático y de amplio autogobierno. Sin embargo, señaló Morales, sobreponiéndose a esas circunstancias y profundas transformaciones se ponía en marcha el primer organismo para la promoción turística, en cuyos principios fundacionales se resaltaba el papel del turismo para los canarios, recitando las palabras que el propio Lorenzo Olarte, impulsor del Patronato Provincial, dijera hace cuatro décadas en el acto inaugural de aquella aventura del Patronato: "Debemos tener muy presente que la conservación del paisaje no es exigencia impuesta por el mero afán de dar satisfacción al turista, sino que constituye un deber de la comunidad para transmitir a las generaciones sucesivas toda la riqueza del medio natural, estimando el axioma de que conservar no está reñido con gozar y utilizar esa riqueza por parte de un pueblo que es su legítimo usufructuario".

Morales refrendó estas palabras ante numerosos representantes del sector para afrontar las amenazas que acechan al sector y promover un nuevo escenario de éxito para el turismo en Gran Canaria. Un cambio que podría abrir muchas oportunidades para que los beneficios del turismo se extiendan a toda la sociedad.

Pero no hemos de olvidar que han transcurrido apenas cinco años desde que el turismo en Canarias estuvo al borde del colapso, con ocupaciones por debajo del 40% mientras la mayoría de las empresas intentaba mantener el tipo con plantillas sobredimensionadas para aquella angustiosa realidad. Ha pasado un lustro y, a pesar de ver claramente las causas y la necesidad de un cambio de modelo, no se han tomado decisiones para evitar que vuelva a producirse.

Además de esta amenaza, seguimos sin conseguir que la industria turística logre incrementar el gasto en el destino de manera satisfactoria para que podamos llamar con razón al turismo el petróleo de Canarias o la locomotora de su economía.

Es cierto que los excelentes resultados en los últimos años del turismo alivian la crisis que padecemos con terribles niveles de desempleo, emigración y pobreza. En 2014, según el Estudio de Impacto Económico del Turismo, Impactur, el turismo aportó el 31,4% del PIB de Canarias, el 35,9% del empleo y el 30,4% de los impuestos recaudados. Pero esos resultados podrían ser mucho mejores si los millones de turistas que nos visitan realizaran más gasto con el que impulsarían empresas creativas para que el turismo se convierta en una auténtica industria diferenciada de las que fabrican tornillos o embutidos. Una actividad que lidere el I+D+i+c (añado una +c que reivindica el Conocimiento, la experiencia, el ADN turístico que los grancanarios tenemos).

Esos turistas que vienen actualmente son prestados. La crisis de los destinos mediterráneos por las frustradas primaveras árabes, nos ha enviado un ingente número de turistas, pero seguimos ofreciéndoles lo mismo que hace 6 años cuando dejaron de venir: un destino de sol y playa. Nada más, nada menos y muy poco rentable porque ni podemos vender entradas para coger el sol ni podemos emitir pasajes para nadar o sebar olas en la orilla de la playa. Tan sólo, siendo realistas, podríamos calificar nuestra industria u oferta como una gran posada. Un destino que sólo ofrece cama, comida, algo de comercio y poco más.

Pero volvamos al discurso. A esa nueva oportunidad que quiere cambiar el ritmo o rumbo. Actualmente disponemos de una potente herramienta promocional y se ha avanzado en la eficiencia y la modernización de la oferta alojativa. Pero hace falta otras medidas para lograr lo que otros destinos como Baleares (limitado por la estacionalidad) que nos supera en aportación del turismo al PIB y en el empleo, según refleja Impactur.

El Patronato en sus orígenes tenía otra composición. Contó con el apoyo de numerosas personas de la sociedad civil. De hecho, hasta entonces el papel promocional lo realizó como pudo esa sociedad civil a través de la Sociedad de Fomento y Turismo de Gran Canaria, el Sindicato y su posterior conversión en Centro de Iniciativas y Turismo. Etapas e instituciones en las que Néstor y otros grancanarios marcaron su impronta. Lamentablemente, en 1975 no contábamos con un Néstor Martín Fernández de la Torre, pero esperábamos que César Manrique se sumara a la transformación turística de Gran Canaria, pero en esta isla no realizó ningún proyecto.

Volviendo a las palabras del presidente del Cabildo y de la presidenta del Patronato, Inés Jiménez, habría que frenar el divorcio entre la sociedad civil y el turismo. Asimismo, habría que rentabilizar más el turismo y distribuir esa riqueza que se obtenga y favorecer el desarrollo de nuevos productos y servicios que superen las expectativas de un destino de sol y playa. Pero hay un aspecto fundamental a incorporar en este nuevo paradigma que es el lema planteado por el propio Néstor, al exigir que "hagamos de la vida una obra de arte" y que su discípulo, César, también defendiera como "Aplicar el arte a la vida". Ellos querían crear un producto tan potente o más que el sol y playa con nuevas experiencias que animen a desplazarse al turista 5.000 kilómetros sin pensar si hay ofertas de otros destinos de sol y playa a mitad de precio.

Para ello, debe continuar la promoción, pero los responsables políticos y los expertos han de mirar hacia atrás y entender qué motivó el éxito. Y volver a intentarlo, con el apoyo de todos. ¿O es que no podemos adaptar la visión de Néstor/César al momento y a los recursos que la tecnología, las comunicaciones, o el nivel educativo y de bienestar que los ciudadanos del siglo XXI tienen y demandan?