Paquita Lemes tiene 94 años. Abrió su tienda en el Risco de San Nicolás en 1945 y hace dos meses con el dolor de su alma echó el cerrojo. Decisión meditada pero necesaria. Para ella el cierre de la tienda/casa que durante 70 años caminó al ladito de la miseria y la evolución del barrio, ha supuesto un coste emocional porque en la tienda "Paquita Lemes", como la conocían, compró, rio y lloraron sus penas buena parte de la vecindad. Su mostrador era un confesionario. Que nadie dude de que si hay alguien que conozca la alegría y la tristeza de su gente es ella, que llenaba la talega a los que tenían el caldero vacío. Fiaba, eso sí. El "me lo apunta" era una cantinela en su tienda. Orgullosa de su clientela cumplidora, honrada. Y así debió haber sido porque Paquita, lúcida y autoritaria, contaba hace nada que por entonces muchos hombres se embarcaban y durante ese tiempo la despensa de la familia era su tienda. Lo apuntaba todo y luego, cuando los hombres regresaban de las faenas sus mujeres saldaban la cuenta y así, un año tras otro.

Muchas curiosidades despierta esta buena mujer. Por ejemplo, ¿dónde y cómo llegaba la mercancía a su tienda? la verdura, la fruta, la leche, el café, las papas, etc., No olviden que El Risco destartalado e intransitable en tiempos pasados no era un camino de rosas antes e incluso ahora. Los primeros años, en los cincuenta, sesenta, fueron muy duros porque Paquita de amanecida iba andando desde El Risco hasta el mercado de Vegueta y luego al Mercado Central. Allí compraba lo que había. Para llevarlo hasta su tienda pensó que un taxi era caro así que pactó con un "carromato" que le hacía el traslado. Hasta que en 1957 nuestra Paquita sacó el carné de conducir y compró una camioneta con la que llegaba "hasta Mercalaspalmas. Dice la vecindad que Paquita y Lemes, su marido, eran generosos con los pobres del barrio. Su esposo trabajaba en Sindicatos "y más de una casita ayudó a conseguir a familias con tantos niños", dice ella. Paquita tapó mucha hambre. Los Lemes eran famosos por su bondad, le digo. "No. Es que había mucha hambre".

¡Cuántas "Paquitas" desconocemos! Cuántas.

Una en cada barrio.