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El análisis

Revelar secretos de tu pareja: delito

Si tecleamos el verbo "espiar" en Google, resulta que obtenemos decenas de anuncios y trucos para monitorizar teléfonos, ordenadores o tablets. La inmensa mayoría, según la Unidad de Investigación Tecnológica de Policía Nacional, timos que conllevan a suscribirnos a un número del que luego resulta una tarificación adicional en nuestra factura. El juego de los espías dejó de ser cosa de unos pocos especialistas al estilo agente 007 desde que la informática, Internet y los móviles entraron en nuestras vidas. Siempre conectados, con buena parte de nuestra vida que se desarrolla en las redes y todos nuestros datos personales almacenados en servidores repartidos por el mundo, se ha producido lo que se puede llamar democratización del espionaje. Es parte del precio a pagar por tantas cosas buenas que nos da la tecnología.

El Tribunal Constitucional define la intimidad personal como el derecho fundamental vinculado a la dignidad y a la personalidad, que implica la existencia de un ámbito reservado frente a la acción de los demás, necesario para disfrutar de un mínimo nivel de calidad de vida. Comete delito contra la intimidad el que se apodera de escritos, documentos, e-mails y todo tipo de documentos particulares sin el consentimiento de su titular. También delinque el que intercepta las telecomunicaciones ajenas (llamadas de teléfono, por ejemplo) o el que coloca aparatos de escucha o grabación de la voz o de la imagen.

A mediados de julio de 2015 fue arrestado un joven en Jaén acusado de instalar un programa espía en el móvil de su novia que le permitía activar a distancia la cámara y el micrófono para escuchar las conversaciones de su pareja y tenerla permanentemente controlada. Como recoge la sentencia el joven "celoso y manipulador". La víctima se personó en las dependencias policiales para denunciar abusos psicológicos, y en su declaración añadió que sospechaba que su pareja le estaba controlando el teléfono, por lo que se vio que podía haber más delitos. Dicho joven fue imputado por un delito de revelación de secretos, que el actual Código Penal castiga con entre uno y cuatro años de prisión

Una reciente sentencia del Juzgado de lo Penal número Cuatro de Girona condena a dos años y medio de cárcel a un hombre que descargó del móvil de su mujer un fichero donde aparecía en compañía de un joven así como otros archivos de la aplicación Line, sin conocimiento de ella. La sentencia considera al mismo "autor de un delito de descubrimiento y revelación de secretos con el agravante de parentesco", por recopilar pruebas y aportarlas al proceso de divorcio que entre ambos se estaba entablando. La sentencia recoge que "no se trató de un mero fisgoneo o una visión fugaz o momentánea del contenido privado, sino que se ha hecho el acusado con el adecuado soporte material de captación del contenido".

En la sentencia el Juez de Girona cita la jurisprudencia del Tribunal Supremo de que "la invocada dimensión familiar de la intimidad no autoriza en modo alguno a uno de los cónyuges a violar el derecho fundamental a la intimidad que, como persona, tiene el otro cónyuge ni a vulnerar el secreto de las comunicaciones que, a toda persona otorga el artículo 18 de la Constitución, tanto en el ámbito individual como en el familiar de su existencia. Se trata de derechos básicos del ser humano que proscriben la injerencia de quien su titular no desee en el ámbito de su personalísima privacidad, que no cabe entender renunciado por el hecho de contraer matrimonio".

La condena a dos años y medio de cárcel sumado a la multa de seis euros diarios durante 19 meses ha generado gran polémica en Cataluña y toda España debido a la proliferación, en la actualidad, de aplicaciones que facilitan el rastreo de perfiles de chats y redes sociales entre cónyuges. Una cosa es instalar un programa para detectar quién está haciendo un uso indebido de un ordenador y otra distinta apropiarse de esa documentación privada e íntima en su propio interés: lo relevante es el apoderamiento de su contenido sin consentimiento. El solo hecho de coger el teléfono de tu pareja y ver el WhatsApp no es delito. Pero si buscas descubrir los secretos de otro, la intimidad se vulnera.

En este sentido, los piratas informáticos están siendo muy reclamados, y algunos de ellos aseguran que reciben a diario múltiples ofertas para quebrantar la seguridad de móviles, ordenadores y tablets de los seres queridos en busca de destapar infidelidades, en la mayoría de las ocasiones. A cuidarnos.

stylename="050_FIR_opi_02">munguia@munguiaabogados.com

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