Querido amigo, mi hermano Claudio dice que hay que tener al enemigo cerca, que es mejor tenerlo a mano por si, de repente, tienes que darle un bofetón...
Lo cierto es que yo soy de los que cuidan mucho de mis enemigos y no me separo nunca de ellos como, por ejemplo, las tarjetas de crédito o el móvil, que lo llevo siempre conmigo.
Hay que ver, Gregorio, cuántas veces hemos dicho que Enrique, nuestro simpático ami-go andaluz, se gasta más de lo que tiene. El otro día me lo encontré en un restaurante poniéndose ciego de vino tinto, jamón y cordero. Lo saludé y me dijo que estaba muy bien y que, como de costumbre, seguía gastándose las perras a su aire. "A ti siempre te ha gustado el dinero y la buena vida", le dije. Y él me contestó: "Qué va, el dinero no me gusta nada, por eso es lo primero que me gasto..."
Hasta hace pocos años se hacían los negocios a base de cheques, pagarés o créditos a corto plazo, pero todo eso ha desaparecido. Los créditos están reservados para unos pocos privilegiados y los bancos complementan sus ganancias a base de sustituir al personal por cajeros automáticos, que es ahora de donde sacan más beneficios.
No sé hasta cuándo va a aguantar la economía doméstica si las empresas siguen entregándoles nuestro salario a los intermediarios bancarios para que nos cobren por disponer de él, lo mismo que hace el Estado con las pensiones.
Estamos en estado de excepción, Gregorio, en una especie de toque de queda donde los que se quedan con el dinero son los gestores públicos y sus secuaces.
¿Qué es lo que podemos hacer? Nos hemos quedado completamente indefensos, pero se me ocurre que, como primera medida, tendríamos que cancelar las cuentas bancarias y dejar solamente una donde recibir nuestras remuneraciones y que, tan pronto sepas del ingreso, pases inmediatamente por el banco para retirar hasta el último céntimo. De domiciliaciones bancarias hay que quedarse con las justitas, y siempre esperando hasta el día de vencimiento para hacer el ingreso exacto del importe.
Sé de una persona que va cerrando y abriendo cuentas casi cada mes y en distintos establecimientos bancarios. Él dice que, como la administración es tan lenta, cuando llega un embargo a su cuenta, ya va por el quinto cambio, y nunca están a tiempo de ejecutarlo.
Don Jaime es un señor que, tan pronto llegó a los 75 años, vendió todas sus propiedades y se fue a vivir a un estupendo piso de alquiler en el centro. No sé dónde guardó el dinero, pero seguro que no está en un banco. Ahora vive oficialmente de su pensión, con la que paga el alquiler y se dedica a viajar y disfrutar abonándolo todo en efectivo. Es lo que tendríamos que hacer cuando llegamos a esa edad, y estoy seguro de que la mayoría ni iba a tener tiempo de gastarse lo que tiene.
Tenemos que volver a las trincheras para guardar lo nuestro, Gregorio pero, aunque oigas el toque de queda, no permitas que nadie "toque lo que te queda"... y mucho menos los bancos.
Un abrazo y hasta el martes que viene.
