Mucho mejor que las banalidades de Ada Coláu y Quichi, el remedio más eficaz contra el Día de la Fiesta Nacional está en la serie Cosmos, que Atresmedia tuvo el acierto de estrenar en su cadena Mega justamente a la hora de la cena del 12 de octubre. Contra las banderas, y la peña vistiendo disfraces ridículos, y la cabra de la Legión, y los besamanos reales, nada funciona mejor que una imagen del sistema solar, y luego una de la galaxia, y luego una del grupo local, y luego una del supercúmulo de Virgo. Contra Felipe VI, Giordano Bruno. Contra la agresiva arrogancia de todo patriotismo, la radical humildad de la biología y de la astronomía. Contra la cuadrícula de las unidades desfilando, la cuadrícula del calendario cósmico.
"Miles de religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y cada recolector, cada héroe y cada cobarde, cada creador y cada destructor de civilizaciones, cada rey y cada plebeyo, vivió aquí, en esta mota de polvo suspendida en un rayo de sol", dejó escrito Carl Sagan en su comentario a la última foto de la Tierra que realizó la sonda Voyager, en la que nuestro planeta ya sólo es un pálido punto azul entre otros muchos millones de ellos. Sagan cambió la historia de la televisión y la vida de millones de espectadores -entre los que me hallo- con su serie Cosmos a comienzos de los años 80. Uno de sus alumnos más destacados, Neil deGrasse Tyson, conduce una maravillosa actualización que se puede ver cada lunes en Mega. "Piensa en los ríos de sangre derramados por generales y emperadores para conseguir la gloria y ser los amos momentáneos de una fracción de un punto, piensa en la impaciencia por matarse unos a otros, en la generación ferviente de odios", continuaba Sagan. Todas las glorias eternas alcanzadas en todas las batallas, todos los héroes inmortales, todos los Días de todas las Fiestas de todas las Naciones también tuvieron lugar en ese pálido punto azul. Contra la ignorancia y la irracionalidad, el nuevo Cosmos de DeGrasse Tyson.
