En el complicado tablero de ajedrez de Siria, Putin movió ficha: puso la dama, o un par de torres allí. Dijo que bombardearía, y actuando rápido, como en Crimea, comenzó bombardeando muy fuerte, y con resultados óptimos; pero no sólo al EI, el terrorista Estado Islámico, sino además a todos los enemigos de Assad que es a quien defiende. Además de la base militar en Crimea, Rusia tiene otra en Siria: Tartus. Y la permanencia de Assad en el poder es su garantía de conservarla. Romance antiguo el de Siria con Rusia; desde la ex URSS.
Los medios de USA, incluido el New York Times, braman contra Putin por este "revival" de la guerra fría: ¿USA y Rusia luchando en bandos contrarios en una guerra? USA no quiere a Assad y Rusia sí. Aunque ambos tienen un fuerte enemigo en común, el blenorrágico Estado Islámico, que se expande por Siria e Irak. Si hay que mantener a Assad para derribar al EI, vale la pena. Damasco bien vale una misa, o un médico alauita casado con una inglesa sunní, parece ser el lema de Putin. El pasado 9 de octubre, Ashton Carter, secretario de Defensa de USA, truena contra Putin en Siria, Obama habla del tema aunque poco. Pero no hacen nada. Creo yo que a USA le conviene que Putin debilite al EI, y hasta lo destruya, pase lo que pase con Assad, apoyado también por Irán, y con los yihaidines que se le oponen, apoyados por Arabia Saudí. Putin juega fuerte en Siria y no cede en su defensa de Assad. La pregunta del millón es si USA lo permitirá. Como bien dijo nuestro Javier Solana ("No hay más tiempo que perder", El País, 1 de octubre): "Es necesaria la solución del conflicto sirio para que la lucha contra el EI sea un éxito". El tema debe resolverse en la mesa de negociación -completa- y no con la guerra.
