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Volkswagen gripa el futuro del diésel

El escándalo de las emisiones de Volkswagen está demonizando los motores diésel, instalados en más de la mitad de los vehículos que se venden en Europa. De la noche a la mañana la contaminación ha gripado el futuro de estos propulsores por una investigación realizada en Estados Unidos, donde casualmente sólo el 3% de los coches que se venden llevan motores diésel y donde su potente industria apuesta por la gasolina y los vehículos híbridos.

Lo que ha quedado claro es que Volkswagen hacía trampas para superar los controles de emisiones y mentía a sus clientes. Ahora las sospechas se extienden a todos los fabricantes que utilizan propulsores de gasóleo. Europa pretende imponer medidas más restrictivas para las emisiones de esos motores y los fabricantes ya han alertado de que las adaptaciones implicarán un incremento de precios o una pérdida de prestaciones. Los vehículos con motores diésel -cuya principal ventaja era económica por el menor coste del carburante- podrían dejar de ser competitivos y una muerte súbita estrangularía los balances de las compañías europeas, lo que pondría en peligro la viabilidad de muchas.

El diésel está amenazado de muerte y es curioso que el principal culpable sea Volkswagen, clave en el origen y desarrollo de este tipo de motores. Fue el alemán Rudolf Diesel quien inventó el motor que lleva su nombre en 1893 y se lo incorporó a un camión de la marca MAN (hoy propiedad de Volkswagen). Pero el gran empujón a este tipo de motores se lo dio el fabricante alemán casi un siglo después. En 1989 presentó en el salón del automóvil de Francfort el modelo Audi 100 con el primer motor TDI, que superaba en rendimiento a todos sus antecesores. Por entonces sólo el 10% de los vehículos europeos llevaban motores de gasóleo, pero el adelanto de Audi fue adoptado por el resto de marca europeas. Con el aumento de la competencia bajaron los precios, lo que generó un aumento de la demanda y el consiguiente incremento de la oferta de nuevos modelos.

Curiosamente, un factor medioambiental también ayudó a la expansión del diésel en Europa. Las políticas contra el cambio climático en el Viejo Continente favorecieron que más del 60 % de los coches que se venden actualmente en Europa (el 63% en España) lleven motores de gasóleo. En la década de los años noventa del pasado siglo los países de la UE comenzaron a luchar contra los gases de efecto invernadero, imponiendo límites a las emisiones de dióxido de carbono. Los motores diésel emiten menos C02 que los de gasolina y se vieron beneficiados. No ocurrió lo mismo en Estados Unidos, país que no se sumó al Protocolo de Kioto para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y que centró su política medioambiental en rebajar los óxidos de nitrógeno (NOx), causantes de la lluvia ácida. Al contrario de lo que ocurre con el CO2, los motores de gasóleo emiten más NOx que los de gasolina y de ahí que tuvieran un menor desarrollo en el país norteamericano. Europa y Estados Unidos perseguían con más celo diferentes emisiones pero con escándalo de Volkswagen acabarán pesando más los malos humos del diésel.

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