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El callejón del gato

Analfabeto por vocación

En el siglo XIX más del ochenta por ciento de la población era analfabeta, pocos eran los que tenían acceso, no ya a estudios superiores sino ni siquiera a la educación básica. Pero no hace falta irse tan atrás, en Canarias hasta bien entrados los años cincuenta casi la mitad no sabía ni leer ni escribir.

Hoy en día, con los medios que tenemos a disposición de todos, el ser analfabeto es una decisión personal, o sea, analfabeto por vocación. Dentro de este apartado de analfabetos por elección se encuentra un tipo que se llama Willy Toledo, que se ha permitido la licencia de cagarse en media España y, de paso, en su patrona la Virgen del Pilar. Este individuo aparte de diarrea mental tiene el colon irritable y, lo que es peor, pretende limpiarse el trasero con la bandera de España; lo recomendable en estos casos es hacer una colonoscopia introduciéndole el manual de las buenas costumbres por el recto hasta el fondo donde debe tener el cerebro.

Este personaje salido del lumpen que habla por boca de ganso debería preocuparse por no hacerlo con la cabeza hueca. Ya está bien de aguantar estoicamente a personajes que insultan teniendo que quedarnos impasibles por mor de que nos tachen de esto o de lo otro.

Desconozco la formación académica de este gachó, pero hay que ser ignorante para pretender juzgar los hechos de hace quinientos años con los mismos parámetros de hoy en día.

La sociedad tiene y debe poder defenderse de personajes que atentan contra el honor, la dignidad y las creencias de una mayoría que sólo desea vivir en paz con todos sus conciudadanos y que además está hasta la coronilla de los que quieren romper la convivencia con actitudes insolidarias e irrespetuosas.

Su alegato es todo un canto a la ignorancia supina, todo lo opuesto de lo que se supone que debe ser el diálogo educado y sereno de una sociedad democrática del siglo XXI. No se puede polemizar ni a base de improperios escatológicos ni abusando de la educación de quienes son ofendidos e insultados pretendiendo que éstos permanezcan impasibles. En este país existen una serie de individuos que creen tener patente de corso para agredir a coste cero a los demás e irse de rositas. Estos sí que son verdaderos traidores a la patria que albergan en su corazón la furia del odio, la furia de los débiles.

Decía y con razón el maestro Ortega y Gasset que el tonto es vitalicio y sin peros. Por eso decía Anatole France que un necio es mucho más funesto que un malvado. Porque el malvado descansa algunas veces y el necio jamás.

Vivimos un tiempo donde la ramplonería es la peste de algunos españoles. De donde quiera se desprende un fétido vaho de vulgaridad enerva- dora.

En su descarga solo cabe decir que todo lo que dice un charlatán, y éste lo es, resulta falso o estúpido.

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