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Rubén Reja

El análisis

Rubén Reja

Juego de Tronos

Arranca la batalla electoral. Comienza el camino hacia la conquista del poder. Un verdadero juego de tronos, donde a las familias de siempre (PP y PSOE) se les unen, por primera vez en unas elecciones generales, dos nuevos clanes (Ciudadanos y Podemos) con ganas de lucha y con opciones de ser la llave del bastión de la Moncloa. Los bisoños guerreros anti castas han llegado para quedarse con la misión de romper la hegemonía bipartidista de siempre. Prueba de ello es que los "insignificantes" de Ciudadanos o los "coletas" de Podemos, como se les calificó en su día, irrumpieron con fuerza en las pasadas elecciones municipales. Comicios en donde el 50% de los vasallos (electorado con ansias de cambios) dio la espalda a los partidos tradicionales. El pueblo, harto de las trapacerías de los corruptos señores feudales, de los altos niveles de paro, y del 'no pasa nada', volverán a mostrar su enojo en forma de voto alternativo. En poco más de un mes el mapa político se configurará con unos nuevos mandatarios que deberán demostrar baldones de cambio. Las hordas emergentes prometen dar mucha guerra y acabar con un bipartidismo que, no obstante, ha dado a este país tres largas décadas de libertad y desarrollo. La experiencia del último siglo demuestra que en las democracias occidentales, la estabilidad y gobernabilidad de una nación se deben a la alternancia de dos grandes partidos. En este inédito duelo electoral en España, en la que nadie podía imaginar la caída del bipartidismo, sí llama la atención que tanto el PP como el PSOE eviten el cuerpo a cuerpo con las nuevas fuerzas. Éstas ya representan una amenaza contrastada. El impulso de Ciudadanos, refrendado en las elecciones catalanas, se repetirá con intensidad el próximo 20 de diciembre. En esta pugna, los partidos castizos se equivocarían si pretenden organizar debates televisados entre sus líderes políticos, pero excluyendo al resto de formaciones bajo el argumento de que Ciudadanos y Podemos carecen de representación en el Congreso. Limitar la confrontación a un par de bis a bis entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez sería pobre. Los debates a dos bandas son un escenario demasiado encorsetado y roban a la opinión pública la opción de analizar mejor al resto de candidatos. Un diálogo a cuatro bandas sería el escenario ideal para catar los melones. Las de perder, en este formato, sería para el líder de los populares a los que todos apuntarían con el dedo, pero también una gran oportunidad de demostrar cintura. Si bien es cierto que los debates no ganan las elecciones, son un campo de discusión en los que sí pueden llegar a perderse. Una respuesta equivocada, un mal gesto o salidas de tono en un momento dado pueden marcar a cualquiera de los líderes y dejarlo fuera del juego de tronos.

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