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Opinión

Seguridad y empleo en Sotavento

A raíz de la resolución de cierre por motivos de seguridad del Centro Comercial Sotavento, se ha levantado un alboroto empresarial que amaga en sus críticas sin llegar al fondo del asunto. Algunos voceros empresariales, incluidos ciertos concejales de la oposición, se han precipitado a politizar el asunto, sacándolo del marco técnico en que tenía que haberse quedado. A mí, particularmente, me llama la atención el poco interés que suscita el hecho origen de la resolución: la falta de cumplimiento de la normativa sobre seguridad detectada en el Centro en cuestión. Que el Centro permaneciese abierto sin cumplir las normas era una arbitrariedad que ponía en riesgo la propia seguridad inversora de cualquier empresario en la isla. Estaría al capricho de la voluntad de un técnico o un político si no cumpliera las normas. Significaría que en cualquier momento estaría pendiente de la decisión de otros respecto al futuro de su negocio. Viviría permanentemente con la espada de Damocles de una denuncia, un chivatazo.

Eso es lo que está en el fondo del asunto del Centro Comercial Sotavento. Si hacemos cumplir las normas para que todos los empresarios, sean grandes o pequeños, sean tratados por el mismo rasero, garantizando que el cumplimiento de la normativa es beneficioso para que las reglas del mercado, ese sacrosanto mercado libre que propugnan, sean las que decidan quien sobrevive en el negocio de la noche. Es radicalmente injusto que mientras unos empresarios, los más, cumplan con las normas y se enfrenten al mercado con las armas de diferenciar su oferta, etc. otros, al no cumplir las normas rompan esas reglas del mercado y obtengan una ventaja competitiva injusta. Y esta regla, la de igualdad de oportunidades para todos, es la que debe regir toda acción gubernativa. Lo contrario es abrir el terreno a la arbitrariedad, el favoritismo, y a la larga, a la corruptela. Algunos voceros están tan acostumbrados a que eso sea así que les llama la atención que alguien quiera hacer cumplir las reglas. Unas reglas que no hemos creado nosotros.

Si queremos que vengan inversores de fuera, si queremos que los empresarios de las islas pongan en marcha negocios en la ciudad, con la creación de empleo que ello supone, debemos garantizarles a todos la igualdad de trato, unas reglas claras para todos. Debemos garantizar que aquí no existe el capricho ni la arbitrariedad. Lo contrario sería construir un capitalismo de amigos, de favoritismo.

Parece que esto último es lo que quieren aquellos que se han lanzado a criticar la decisión de cierre sin tener en cuenta nada de lo que el informe técnico dice. Todos parecen olvidar que más daño haría a la ciudad y a la isla un accidente, que no queremos que pase, o la impresión de que para invertir en la capital se deben tener amigos en las instituciones que ayuden a sortear las normas y las leyes. La decisión es técnica, puramente técnica. Las normas de seguridad son las mismas para todo el estado, están regladas y el poder político no tiene margen de maniobra y no debe tenerlo. Lo contrario, sortearlas, mirar para otro lado, es prevaricar. Quienes politizan este asunto y lo usan para cargar contra mí y la formación a la que pertenezco, se enredan en las trampas de la vieja política, la de los amigos y los favores. Toda la parafernalia sobre si se tiene o no mano izquierda, cintura, etc., desplegada por algunos, remite a la vieja política, al esto lo arreglo yo, al no te preocupes, a desautorizar a los técnicos, etc. Vergüenza da que algunos, que deberían mirar por el prestigio de esta ciudad y de sus técnicos, como mejor manera de promocionarla, se dediquen a marear la perdiz y a politizar un asunto que nunca tendría que haber salido del ámbito técnico. Vergüenza da que algunos se presten al juego del favoritismo y la arbitrariedad.

Desde la política intentamos que el asunto no pasara a mayores. Si se dictó la resolución de cierre fue porque los técnicos del Centro no respondieron adecuadamente a las peticiones de los técnicos del ayuntamiento. Sólo después de dictar la resolución se ha empezado a trabajar en la solución de los problemas de seguridad del centro. Y eso es lo que queríamos, encontrar una solución a esos problemas. Esperamos que en los próximos días contemos con el proyecto y el informe de los técnicos del Centro, obligatorios en la Declaración de Responsabilidad que pedimos. Porque esa es otra, algún imprudente cree que la Declaración de Responsabilidad es un simple papel sin informes ni proyecto.

No hemos dejado de reunirnos con los responsables del centro afectado pese a que algunos se empeñen en decir lo contrario. Tuvimos dos encuentros con la gerente y consideramos que si no se avanzaba en la solución técnica, no era útil tener una tercera. Lo que si impulsamos fueron varias reuniones entre los técnicos del centro comercial y el Ayuntamiento para avanzar en la búsqueda de una solución, además de haber mantenido varias conversaciones telefónicas entre esta Concejalía y la gerencia en todo este tiempo. Incluso teníamos la esperanza, a raíz de esas conversaciones, que la Declaración Responsable se nos presentaría el jueves o el viernes de la semana pasada. No ha sido así, con pesar para nosotros.

Debe quedar constancia de dos cosas: el Ayuntamiento quiere que el Centro Comercial Sotavento abra sus puertas lo antes posible, especialmente teniendo en cuenta la proximidad de la Regata ARC, y que quiere que esa apertura se haga con todas las medidas de seguridad necesarias. Para este gobierno municipal la seguridad y el empleo van siempre de la mano, por eso defenderemos que no se pierdan puestos de trabajo, ni que los empleados trabajen sin sus condiciones de seguridad garantizadas. Estoy convencido que la gerencia del centro quiere lo mismo que nosotros. Otra cosa son los tristes voceros que sirven a otros intereses que nada tienen que ver con el empleo ni con la seguridad de los ciudadanos.

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