Nos vamos a situar en el entorno de Yé, la parte más norteña del municipio de Haría.

Se encuentra en la falda norte del volcán de La Corona. Es el pueblo más cercano al Mirador del Río, lugar en el que César Manrique supo crear un espacio donde puede contemplarse un callejón marítimo, el Río, la isla de La Graciosa y al fondo, en la lejanía, los islotes de Montaña Clara, Alegranza y Roque del Oeste.

Yé, el nombre del pueblo más pequeño de España, es un pueblo singular y con personalidad propia. La mayor parte del año se encuentra envuelto en brumas de los eternos y beneficiosos alisios.

En la década de los 60 y 70, el auge del turismo tuvo gran repercusión para Yé. Muchos de sus habitantes lo abandonaron para trasladarse, primero a trabajar y luego a vivir de forma definitiva, a Arrecife. Esto provoca un fuerte despoblamiento y la decadencia del pueblo, que se fue quedando con tan pocas familias que estuvo a punto de desaparecer.

A partir de la década de los 90, las familias comienzan a reparar sus casas y a construir nuevas. Incluso familias de otros pueblos de la isla y extranjeras se instalan en Yé. Muchos de los antiguos habitantes regresan a su pueblo a vivir, por su calidad medioambiental y su ritmo sosegado de vida, dando como resultado un pueblo renovado.

La creación del Teleclub en 1991 marcó un cambio importante en la vida del pueblo, convirtiéndose en lugar de encuentro de gentes de diferentes puntos de la Isla, haciéndose famoso allí el juego de la bola.

Pero a día de hoy Yé necesita un nuevo impulso, porque parece un pueblo sin vida.

El Teleclub, principal y único centro de encuentro de sus habitantes y foráneos, está en una situación de crisis profunda, ya que no funciona el bar y este hecho ha provocado que la gente acuda cada vez menos, salvo los aficionados a algunos juegos que aún se conservan.

Otro de los problemas que presenta Yé, con una media de edad alta entre sus habitantes es que algunas cadenas de televisión no se ven bien, ni siquiera la televisión regional y mucho menos las locales de Lanzarote.

En pleno siglo XXI, estos habitantes que han luchado para mantener su pueblo, se merecen disfrutar de todo lo que se les pueda ofrecer.

Algunos de los problemas son de fácil solución a corto y medio plazo, como es mantener el Teleclub y la alimentación del repetidor de televisión instalado en la Batería del Río. También se pueden buscar soluciones, entre todas las instituciones implicadas, para que se puedan ver las televisiones locales.

Por todo lo narrado, las autoridades no pueden dejar morir un pueblo que ya pasó por la experiencia en décadas pasadas y logró resucitar. No sabemos, si pasa esto de nuevo, si tendrá una segunda oportunidad...